El Ministerio de Salud Pública ha emitido un conjunto de recomendaciones cruciales para garantizar la seguridad alimentaria y prevenir brotes de enfermedades transmitidas por alimentos (ETA) relacionadas con el consumo de frutas y verduras.
Estas directrices, esenciales para preservar la salud pública, establecen protocolos específicos para la sanitización de diversos tipos de vegetales, reconociendo las particularidades de cada uno.
Al momento de adquirir productos frescos, es fundamental realizar un lavado adecuado que elimine posibles contaminantes.
En el caso de las verduras de hoja o tallo, como lechuga, acelga o espinaca, se recomienda retirar las hojas y los tallos externos deteriorados y lavar cada hoja individualmente bajo un chorro de agua corriente.
Posteriormente, se deben escurrir cuidadosamente para evitar la acumulación de agua estancada que podría propiciar el desarrollo de microorganismos.
Si este lavado detallado no es posible, se sugiere higienizar la verdura con agua corriente y luego sumergirla durante dos a cinco minutos en una solución desinfectante compuesta por tres litros de agua potable y una cucharadita de lavandina específica para alimentos.
Tras este proceso, un enjuague exhaustivo es indispensable para eliminar cualquier residuo de la solución desinfectante.
Para las frutas y verduras con cáscara dura como manzanas, paltas o zapallos, se recomienda frotar la superficie con un cepillo suave bajo un chorro de agua corriente durante al menos veinticinco segundos.
Luego, secarlas con una toalla limpia o un paño para prevenir la proliferación de bacterias en el almacenamiento.
En estos casos, es aconsejable consumir estas frutas y verduras peladas y cocidas para reducir aún más los riesgos.
Las verduras con cáscara blanda o sin cáscara, como frutillas, uvas o arándanos, deben lavarse solo si presentan suciedad visible antes de ser sumergidas en una solución desinfectante durante dos a cinco minutos.
Posteriormente, un enjuague completo y la escurrimiento adecuado son esenciales para eliminar cualquier residuo de lavandina.
En cuanto a las verduras que se consumen cocidas, como papas, batatas o choclo, el proceso comienza con un lavado bajo el chorro de agua corriente durante al menos veinticinco segundos, frotando cuidadosamente o utilizando un cepillo suave.
Una vez limpias, deben secarse con una toalla limpia para evitar la proliferación de bacterias.
El repollo, brócoli y coliflor, las verduras crucíferas, requieren atención especial debido a su estructura y superficie rugosa.
Es crucial retirar las hojas externas dañadas y lavar el resto del vegetal bajo un chorro de agua corriente, asegurando un escurrimiento completo antes de guardarlas.
Se recomienda lavar nuevamente el repollo después de picarlo o deshojarlo para eliminar cualquier residuo de tierra o polvo.
La recomendación general es el consumo de verduras crucíferas cocidas para garantizar su seguridad alimentaria.
Estas medidas preventivas son particularmente importantes durante los meses más cálidos, cuando la proliferación de microorganismos es mayor.
El seguimiento estricto de estas recomendaciones contribuirá a una alimentación segura y saludable, protegiendo así la salud pública.