El Centro de Investigación de Ballenas informó con profunda tristeza sobre la reciente pérdida de J61, una cría hembra recién nacida de la orca J35, conocida como Tahlequah.
Tahlequah, que acaparó titulares en 2018 por llevar a su cría muerta durante más de dos semanas, ha vuelto a mostrar un comportamiento similar tras el fallecimiento de su nueva descendencia.
Todo el equipo está profundamente entristecido por esta noticia, publicó el Centro de Investigación de Ballenas en Facebook, donde también compartieron imágenes de Tahlequah llevando el cuerpo de la cría fallecida desde el miércoles.
J61 fue avistada por primera vez el 20 de diciembre en el área de Puget Sound y confirmada por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) el 23 de diciembre.
Su muerte, ocurrida días antes del Año Nuevo, ha sido un duro golpe para la población de orcas del sur, que ya se encuentra en una situación precaria.
Brad Hanson, biólogo del Centro de Ciencias Pesqueras del Noroeste de la NOAA, observó a Tahlequah llevando el cadáver de su cría sobre su hocico o cabeza, incluso buceando para recogerlo cuando se hundía en la superficie.
La cría solo estuvo viva un puñado de días, señaló Hanson.
El doctor Michael Weiss, director de investigación del Centro de Investigación de Ballenas, comentó: Al igual que la última vez, creo que es suficiente reconocer cuán fuerte es el vínculo entre madre y cría en las orcas y ver que claramente no está lista para dejarlo ir.
La muerte de J61 representa una pérdida significativa para la población de orcas del sur, ya que solo uno de cada cinco embarazos de orcas resulta en una cría que vive hasta su primer año.
Esta población, compuesta por tres grupos que se alimentan de peces y habitan las aguas entre Washington y Columbia Británica, apenas cuenta con 73 individuos.
Las amenazas que enfrentan estas orcas son múltiples: la escasez de salmón Chinook, su principal fuente de alimentación; la contaminación del agua; y el ruido generado por los barcos, que dificultan sus labores de caza.
La situación es crítica y se teme que estén al borde de la extinción.
A pesar de esta tragedia, hay un rayo de esperanza: se ha observado con vida a otra cría nueva, J62, dentro de la manada J.