En el año 1978, la famosa primatóloga británica Mary Leaky y su equipo descubrieron en el yacimiento de Laetoli, Tanzania, una serie de huellas fósiles que revolucionaron nuestra comprensión del origen de la bipedestación humana.
Estas huellas, datadas de hace aproximadamente 3,6 millones de años, fueron ampliamente consideradas como la prueba más antigua y definitiva de que nuestros antepasados caminaban erguidos.
Un conjunto de huellas descubiertas en el mismo yacimiento suscitó debate e interrogantes sobre su posible origen.
Aquel misterio, relacionado con unas huellas inusuales encontradas en el yacimiento A de Laetoli, ha sido recientemente resuelto por un equipo internacional de investigadores liderado por la profesora Ellison McNutt de la Universidad de Ohio.
Tras una minuciosa investigación, incluyendo la comparación con huellas de osos negros, chimpancés y humanos modernos, los científicos concluyeron que estas huellas no pertenecen a ningún animal conocido salvo a un homínido.
Dada la creciente evidencia de la diversidad locomotora y de especies que existe en el registro fósil de los homínidos documentado a lo largo de los últimos 30 años, estas huellas inusuales merecían que le echáramos otro vistazo, afirma McNutt.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores realizaron experimentos controlados con osos negros, registrando sus huellas en un sendero similar al del yacimiento A. Los resultados demostraron que la estructura de las patas del oso no permite una marcha bípeda tan similar a las huellas encontradas.
La clave para resolver el enigma residía en el análisis de los talones, la forma de los pies y el patrón de pasos cruzados.
Según McNutt, los talones de los osos se estrechan y sus dedos y pies tienen forma de abanico, mientras que los pies de los primeros humanos son cuadrados y tienen un dedo gordo prominente.
Las huellas del yacimiento A muestran una característica única: el paso cruzado, lo que sugiere que el homínido intentaba mantener el equilibrio en un terreno desnivelado.
Este descubrimiento aporta nuevas perspectivas sobre la evolución del bipedalismo.Ahora tenemos pruebas concluyentes de que hubo diferentes especies de homínidos que caminaban de forma bípeda en este paisaje, pero de diferentes maneras y con distintos tipos de pie, explica Jeremy DeSilva, profesor asociado de antropología en Dartmouth, especialista en evolución y locomoción humana.
Las huellas del yacimiento A podrían pertenecer a especies como Kenyanthropus platyops o A. deyiremeda, homínidos que coexistieron en la región hace millones de años.
Futuras investigaciones serán necesarias para confirmar su origen con precisión y comprender mejor el complejo panorama evolutivo de nuestros ancestros.