Los búnkeres, estructuras subterráneas diseñadas para proteger contra ataques nucleares o bélicos, son un recordatorio tangible de la época gélida de la Guerra Fría.

En Tiflis, capital de Georgia, centenares de estos refugios soviéticos permanecen como fantasmas del pasado, testificando a la paranoia y la preparación constante para una catástrofe nuclear que marcó esa era histórica.

National Geographic US publicó recientemente un artículo fotográfico sobre este legado olvidado.

Se estima que bajo Tiflis se esconden alrededor de 450 búnkeres, algunos de los cuales se utilizaban como centros de comunicación con otros refugios en la ciudad y en otras regiones georgianas.

La revista destaca el complejo sistema de túneles subterráneos que conectaban estos búnkeres con diferentes puntos de la ciudad, permitiendo a sus habitantes desplazarse sin ser detectados por un enemigo potencial.

El aeropuerto de Tiflis albergaba uno de los búnkeres más grandes, capaz de alojar hasta 150 personas y protegido por una imponente puerta de hierro que servía como barrera contra cualquier amenaza exterior.

Estos búnkeres son una ventana al pasado, nos muestran la profunda ansiedad que existía durante la Guerra Fría, afirma el historiador Dimitri Kvirikadze, especializado en la época soviética.

Eran un símbolo del poderío militar y la capacidad de supervivencia del régimen, pero también reflejaban la incertidumbre y el miedo a la destrucción.

Actualmente, muchos de estos búnkeres están abandonados y bajo control del gobierno georgiano.Su acceso está restringido debido al riesgo que representan sus condiciones deterioradas, con estructuras dañadas y colapsos parciales.

A pesar de su estado decadente, los búnkeres soviéticos en Tiflis siguen siendo un recordatorio tangible del pasado, un testimonio de una época marcada por la tensión geopolítica y el miedo a la guerra nuclear.