La Franja de Gaza, un territorio costero situado a orillas del mar Mediterráneo, ha sido escenario de conflictos y sufrimiento durante décadas.

Con una extensión de 360 kilómetros cuadrados, este enclave limita con Egipto al suroeste e Israel al norte y este, encontrándose atrapado en un complejo entramado político y geopolítico.

Según la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos en Oriente Próximo (UNRWA), la Franja de Gaza alberga una población de aproximadamente 2,1 millones de personas, incluyendo a unos 1,7 millones de refugiados palestinos.

Para ellos, la vida se desarrolla bajo constantes tensiones y precariedad.La agricultura, que según la Enciclopedia Britannica sustenta al grueso de la población laboral, ocupa casi tres cuartas partes del territorio.

Los cultivos principales son cítricos, trigo y aceitunas, pero la producción agrícola se ve constantemente amenazada por las restricciones impuestas a la entrada y salida de bienes y personas.

La situación en Gaza es crítica.La población vive con un acceso limitado a agua potable, electricidad y servicios básicos, afirma un experto humanitario que prefiere no ser identificado por temor a represalias.

El bloqueo económico impuesto por Israel ha agravado aún más la pobreza y la desesperación.

Este enclave se encuentra sometido a un cerco terrestre, aéreo y marítimo que limita su desarrollo económico y social.

El impacto de este aislamiento se hace palpable en cada aspecto de la vida cotidiana para sus habitantes.

Las dificultades para acceder a mercados internacionales, el limitado acceso a recursos esenciales como el agua potable y la electricidad, y las restricciones a la movilidad impiden que la población pueda construir un futuro digno.

La Franja de Gaza representa un triste ejemplo del impacto devastador del conflicto y la opresión en la vida de millones de personas.

La situación exige una solución urgente que garantice la seguridad, el bienestar y la libertad de los habitantes de este territorio marginado.