La acción militar, que también eliminó a altos mandos del grupo miliciano libanés, se considera la más contundente desde el conflicto de 2006 y marca un nuevo capítulo en la escalada de violencia entre Israel y Hezbollah.

El ataque aéreo masivo se produjo mientras los comandantes de Hezbollah se encontraban reunidos en sus cuarteles generales.

La Fuerza Aérea israelí, guiada por inteligencia precisa, atacó el cuartel central del grupo, ubicado bajo tierra y camuflado bajo un edificio residencial en Dahieh, Beirut.

Al menos dos personas murieron y 76 resultaron heridas como consecuencia de los bombardeos, según informes de AlManar, la televisión oficial de Hezbollah.

Nasrallah, uno de los principales aliados de Irán, lideró a Hezbollah desde febrero de 1992.Su figura era fundamental en el grupo terrorista, que se ha convertido en una fuerza política y militar importante en el Líbano, con presencia parlamentaria y participación activa en conflictos regionales.

El líder asesinado era conocido por su postura intransigente contra Israel y su compromiso con la lucha armada.

Esta es una victoria estratégica para Israel, declaró un alto funcionario del gobierno israelí, quien no quiso ser identificado.

La eliminación de Nasrallah representa un duro golpe a Hezbollah y su capacidad de operar en el Líbano.

Hezbollah prometió continuar la guerra santa contra Israel, como se refleja en un comunicado emitido tras la confirmación del asesinato: Nasrallah se ha unido a sus compañeros mártires y nuestro compromiso con la lucha por Palestina y la resistencia contra el enemigo no se detendrá.

Este pronunciamiento aumenta las preocupaciones sobre una escalada aún mayor del conflicto.
La comunidad internacional ha expresado preocupación por la situación, instando a todas las partes a evitar acciones que puedan agravar la crisis.

La ONU ha llamado a un alto el fuego inmediato y a un diálogo para alcanzar una solución pacífica.