En la humilde localidad de Cobos, a pocos metros de la autovía 9, reside la familia Vidaurre.Desde hace tres décadas, Eusebio, Victoria y sus hijos se han convertido en anfitriones emblemáticos para miles de peregrinos que transitan hacia la ciudad de Salta en busca del Señor y la Virgen del Milagro.
Durante el pasado año, aproximadamente 10.000 personas pasaron por su casa, recibiendo con los brazos abiertos una cálida bienvenida que incluye bollos recién horneados, alimentos nutritivos y un espacio de descanso para aliviar las molestias de la larga caminata.
Esta tradición solidaria, interrumpida únicamente por la pandemia de COVID-19 en 2020, comenzó en 1994 con la recepción de un pequeño grupo de peregrinos.
Con el tiempo, la iniciativa se expandió hasta transformarse en una parada casi obligada para los caminantes del sur y norte de la provincia, quienes ven a Cobos como el último punto de descanso antes de alcanzar su destino sagrado.
En este pequeño pasaje camposanteño, cuya población no supera los 1.000 habitantes, los cansados pies de los feligreses reciben la cura de sus heridas, alivio al dolor muscular, alimentos para recuperar las fuerzas y un descanso reparador para enfrentar el último tramo que les separa de sus Santos Patronos, explica una fuente cercana a la comunidad.
La solidaridad en Cobos no se limita a la familia Vidaurre.Desde hace años, todo el pueblo se ha unido a esta causa, aportando mano de obra para la elaboración de alimentos, donando insumos y brindando apoyo logístico.
La Municipalidad también contribuye con la instalación de iluminación, limpieza del espacio y control del flujo de personas.
Nosotros contamos con un solo baño, pero este año improvisamos varias duchas que ellos podían utilizar cuando llegan aquí.
Muchos de ellos se meten a la acequia que corre por esta propiedad, por eso pensamos en instalar estas duchas, cuenta Doña Victoria, mientras introduce la masa de los bollos en el horno para su cocción.
La cantidad exacta de bollos horneados es desconocida, pero sin duda fue una cifra considerable para satisfacer el hambre de miles de caminantes que encontraron en Cobos un oasis de esperanza y solidaridad.
La historia de la familia Vidaurre se convierte así en un ejemplo inspirador de amor al prójimo y compromiso con la fe.