El jefe de la Policía de Nueva York, Jeffrey Maddrey, dimitió este fin de semana tras ser acusado de exigir favores sexuales a cambio de oportunidades laborales.

La noticia, publicada por el diario New York Post, ha generado conmoción en la ciudad y ha puesto el foco sobre las prácticas dentro del cuerpo policial neoyorquino.

La teniente Quathisha Epps denunció públicamente que Maddrey se aprovechaba de su posición para obligarla a mantener relaciones sexuales en la sede de la Policía a cambio de horas extra.

Según Epps, cuando rechazó las insinuaciones del jefe de policía, este inició una investigación en su contra por supuesta malversación de horas extra, lo que se considera una represalia.

Maddrey se aprovechaba de su autoridad para acosar y manipular a sus subordinadas, afirmó Epps en una entrevista exclusiva con el New York Post.

Su comportamiento es inaceptable y debe ser condenado.
La capitana Gabrielle Walls, otra funcionaria del departamento, corroboró las denuncias de Epps al revelar que Maddrey le hizo reiteradas insinuaciones sexuales y que tuvo que esconderse de él varias veces para evitar situaciones incómodas.

Este tipo de conductas no solo son ilegales, sino también profundamente dañinas, manifestó un experto en derecho laboral consultado por este medio.

Generan un ambiente de hostilidad y temor dentro del lugar de trabajo, lo cual afecta la eficiencia y el bienestar de todos los empleados.

En respuesta a las acusaciones, la comisionada de Policía neoyorquina, Jessica Tisch, aceptó la renuncia de Maddrey y afirmó que el departamento investiga exhaustivamente este asunto.

Mientras tanto, John Chell, jefe de Patrulla del departamento, asumirá la jefatura en calidad interina.

El caso ha generado un amplio debate sobre la necesidad de implementar medidas más contundentes para combatir el acoso sexual dentro del cuerpo policial.