En un acto simbólico que refleja la precariedad actual de las fuerzas de seguridad en la zona norte del país, el ministro Mario Mimessi realizó la entrega de recursos básicos como bidones de agua potable, depósitos para almacenar agua segura, colchones y frazadas.

Estos elementos serán destinados a los efectivos de Gendarmería Nacional desplegados en secciones estratégicas como Chaco Salteño, Hito 1, Misión La Paz y Santa Victoria Este.

Si bien la iniciativa busca mejorar las condiciones de vida y labor de los gendarmes, su impacto real se ve empañado por la incertidumbre que rodea el ansiado arribo de refuerzos prometido para diciembre.

La ministra de Seguridad Patricia Bullrich anunció en redes sociales que estos efectivos llegarán a Orán, Aguas Blancas y Salvador Mazza en las primeras semanas del mes próximo.

Estas declaraciones, recibidas con entusiasmo por el gobernador Gustavo Sáenz, quien destacó Hechos, no palabras, contrastan con la realidad persistente de problemas como el contrabando, el narcotráfico y los homicidios relacionados con actividades ilícitas.

La promesa inicial de refuerzos se escucha en Salta desde marzo, sin que hasta ahora se concrete ningún avance tangible.

Es necesario ir más allá de las promesas y concretar acciones efectivas para combatir la inseguridad en la frontera, afirma un experto en seguridad que pidió mantener el anonimato.

La situación actual requiere una estrategia integral que incluya no solo el refuerzo de personal, sino también tecnología, capacitación y coordinación entre las diferentes fuerzas de seguridad.

A pesar del esfuerzo por mejorar las condiciones de trabajo de los gendarmes, la falta de claridad sobre dónde se alojarán los centenares de efectivos que se esperan en diciembre genera interrogantes sobre la preparación real de Salta para afrontar el desafío que representa la seguridad fronteriza.