En Latinoamérica, rica en culturas ancestrales y tradiciones milenarias, se vive una preocupante crisis lingüística.

A pesar de la existencia de 560 lenguas indígenas en la región, según el Banco Mundial, estas se encuentran en un proceso de extinción acelerado.

La pérdida de las lenguas maternas es un fenómeno que afecta a millones de personas, desgarrando tejido social y cultural.

Las lenguas, con sus complejas implicaciones para la identidad, la diversidad cultural, la espiritualidad, la comunicación, la integración social, la educación y el desarrollo, tienen una importancia crucial para las personas y el planeta, afirma el Plan de Acción Global del Decenio Internacional de las Lenguas Indígenas.

Si bien el español y el portugués dominan el panorama lingüístico latinoamericano, existen otras lenguas igualmente valiosas que representan un patrimonio cultural único e inestimable.

Según datos del Banco Mundial, uno de cada cinco pueblos indígenas ha perdido su lengua materna en las últimas décadas.

La situación es aún más crítica en regiones como el Caribe, donde la mayoría de las lenguas indígenas han desaparecido por completo.

Esta crisis lingüística se debe, en gran medida, a la discriminación estructural que enfrentan las comunidades indígenas y a la vulnerabilidad socioeconómica de sus hablantes.

El uso diario de sus propias lenguas depende de factores como las realidades socioculturales, económicas, políticas, medioambientales y demográficas de cada comunidad.

El Plan de Acción Global advierte que la desaparición progresiva de las lenguas indígenas está relacionada con la discriminación estructural a la que han sido sometidas, señala una experta en derechos lingüísticos indígenas.

La pérdida de estas lenguas implica no solo la desaparición del patrimonio cultural, sino también el empobrecimiento del tejido social y la diversidad humana en su conjunto.

Es crucial tomar medidas urgentes para proteger y revitalizar las lenguas indígenas de Latinoamérica, reconociéndolas como un derecho fundamental y un pilar esencial para la construcción de sociedades más justas e inclusivas.