Hacia principios del siglo XX, la empresa White Star Line (WSL) buscó dominar el mercado de las travesías transatlánticas con tres impresionantes buques: el Olympic, el Titanic y el Britannic.

A diferencia de sus competidores, la WSL no priorizó la velocidad; en cambio, se centró en ofrecer un viaje de lujo único a bordo de los barcos más grandes y lujosos que existían hasta entonces.

De acuerdo con la Enciclopedia Britannica, los tres buques eran sinónimo de opulencia.Los camarotes de primera clase ofrecían una comodidad inigualable, mientras que las habitaciones de segunda y tercera clase rivalizaban en calidad con hoteles o despachos de barcos más pequeños.

El Olympic, el hermano mayor del trío, realizó su primer viaje en 1911, seguido por el Titanic en 1912 y el Britannic en 1915.

Mientras el Titanic se hundió durante su viaje inaugural tras colisionar con un iceberg, el Olympic sobrevivió a varios accidentes sin sufrir la misma suerte.

En palabras de un artículo publicado en National Geographic España titulado Olympic y Britannic, los hermanos del Titanic, el Olympic es el único hermano que logró sortear el destino trágico que marcó a sus camaradas.

La noche del hundimiento del Titanic, el Olympic recibió mensajes de socorro y cambió su rumbo hacia la ubicación del buque siniestrado.

A casi mil kilómetros de distancia, recibió un mensaje del barco Carpathia informando sobre el rescate completo de los supervivientes.

Esta diferencia de destino ha generado una profunda fascinación alrededor del Olympic.¿Fue simplemente una cuestión de azar o hay algo más detrás?

El legado del Olympic sigue siendo objeto de debate y análisis, recordándonos la fragilidad de la vida a bordo de estas grandes embarcaciones y la capacidad del ser humano para superar los desafíos más adversos.