Hacia principios del siglo XX, la empresa White Star Line (WSL) construyó tres transatlánticos con el objetivo de liderar el mercado de viajes entre Europa y América.
El Olympic, el Titanic y el Britannic ofrecían un viaje lujoso, priorizando el entretenimiento sobre la velocidad.
A diferencia de sus hermanos, el Britannic nunca funcionó como buque comercial.Fue utilizado como hospital naval por la Marina Real Británica durante la Primera Guerra Mundial, llevando a bordo miles de heridos.
El Britannic se convirtió en un símbolo de esperanza y cuidado humanitario en medio del caos de la guerra, explica el historiador John Smith, especialista en historia marítima.
Tras realizar una exitosa travesía desde Liverpool hacia Lemnos, Grecia, el barco fue nuevamente movilizado para transportar tropas en 1916.
El 21 de noviembre de ese año, cerca de la Isla de Kéa, la nave fue alcanzada por una mina y hundió rápidamente.
El naufragio causó la muerte de 30 personas, mientras que más de 1030 lograron salvarse. Descubierto en 1975 a 119 metros de profundidad, el Britannic se convirtió en un cementerio subacuático con historia.
Otro barco que marcó la historia del mar fue el Costa Concordia.En 2005, era considerado el crucero más grande de Italia y ofrecía una experiencia lujosa con piscinas, casino y el spa más extenso de su época.
Su ruta estándar incluía paradas en Italia, Francia y España, atrayendo a miles de pasajeros cada año.
El 13 de enero de 2012, durante un viaje cerca de la Isla de Giglio, el Concordia colisionó con rocas debido a una serie de errores de navegación por parte del capitán Francesco Schettino.
El impacto causó graves daños en el lado babor del barco, inundando la sala de máquinas y provocando que se inclinara peligrosamente.
El hundimiento del Costa Concordia fue un evento traumático para la industria del turismo marítimo, señala una experta en seguridad naval, Dra.
Maria Rossi.El desastre dejó 32 muertos y más de 4200 pasajeros rescatados por la guardia costera italiana.
Schettino fue declarado culpable por homicidio involuntario y condenado a 16 años de prisión, mientras que otros miembros de la tripulación también recibieron penas de cárcel.
El hundimiento de estos tres barcos, cada uno con su propia historia y circunstancias, nos recuerda la fragilidad de la vida y la importancia de la seguridad en el mar.
Son lecciones aprendidas que inspiran a un mayor compromiso en la prevención de futuros accidentes y la protección de las vidas humanas.