Un descubrimiento inesperado está revolucionando el panorama del tratamiento para la adicción: los agonistas del receptor GLP-1, inicialmente diseñados para combatir la obesidad, están mostrando una prometedora capacidad para reducir el deseo por alcohol, tabaco y otras drogas.

Shannon Hinderberger, quien comenzó a tomar Ozempic en busca de perder peso, experimentó un efecto secundario no deseado pero bienvenido: perdió completamente su antojo por el alcohol.

Su historia refleja la creciente evidencia científica que apunta hacia la posibilidad de que estos medicamentos puedan ser una herramienta crucial para combatir las adicciones.

Un estudio publicado en Nature Communications analizó los registros médicos electrónicos de más de 83 mil personas con obesidad y descubrió que quienes utilizaban semaglutida tenían un riesgo más del 50% menor de desarrollar trastorno por consumo de alcohol durante un año, a diferencia de aquellos que tomaban otros medicamentos para bajar de peso.

Estudios adicionales han encontrado que la semaglutida también puede disminuir el uso excesivo de nicotina y reducir la probabilidad de sobredosis en personas con trastornos por uso de opioides.

¿Cómo funcionan estos medicamentos?
Los agonistas del receptor GLP-1 influyen en las vías de dopamina en el cerebro, especialmente en el sistema de recompensa.

Al modular estas vías, reducen los antojos y minimizan el efecto reforzador de las sustancias adictivas.

Se cree que pueden aumentar la sensación de saciedad tanto con respecto a la comida como al alcohol.

La teoría es que estos efectos ocurren independientemente de si la sustancia es alcohol, drogas o nicotina, explica Lorenzo Leggio, médicocientífico de los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU. Estos medicamentos pueden reducir la cantidad de cada sustancia que se necesita para que alguien se sienta satisfecho.

Un futuro lleno de posibilidades…y desafíos.

Aunque aún es temprano para afirmar con certeza su eficacia como tratamiento para las adicciones, estos medicamentos representan una esperanza significativa.

Expertos como Kyle Simmons, neurocientífico de la Universidad Estatal de Oklahoma, coinciden en que los ensayos clínicos actuales son prometedores, pero se necesitan más estudios, especialmente ensayos aleatorios y controlados, para determinar la seguridad y eficacia a largo plazo.

Es posible que estemos al borde de tener un momento semaglutida para las adicciones, afirma Simmons, comparando su potencial con el impacto revolucionario del Prozac en el tratamiento de la depresión.

Mientras tanto, los expertos recomiendan continuar utilizando los medicamentos aprobados actualmente para tratar las adicciones, pero abren la puerta a que los agonistas del receptor GLP-1 puedan formar parte integral del arsenal terapéutico contra el abuso de sustancias en el futuro.

La investigación continúa y las historias como la de Shannon Hinderberger y Michael Cupps alimentan la esperanza de un futuro donde la lucha contra la adicción sea más eficaz y accesible para todos.