Cientos de agentes policiales, apoyados por escuadrones antimotines, llevaron a cabo una extensa operación para capturar a Apollo Quiboloy, un predicador filipino acusado de abuso sexual y tráfico de personas.
La acción policial, transmitida en vivo por una cadena televisiva propiedad del grupo religioso Reino de Jesucristo al que pertenece Quiboloy, se centró en un vasto complejo religioso ubicado en Davao, Filipinas.
A pesar del despliegue masivo, incluyendo equipos especializados para detectar personas detrás de muros, Quiboloy no fue encontrado durante la operación.
El complejo, que abarca aproximadamente 30 hectáreas y alberga una catedral, escuelas, zonas residenciales, un hangar y una pista aérea, se convirtió en el epicentro de la acción policial.
Durante la intervención, un simpatizante del grupo falleció por causas naturales, según las autoridades.
A pesar de ello, los seguidores de Quiboloy, muchos de los cuales documentaron la operación con sus teléfonos móviles, protestaron vigorosamente, cuestionando la legalidad de la acción y proclamando la inocencia del predicador.
Quiboloy, quien se autoproclama el hijo designado de Dios, ha negado rotundamente las acusaciones en su contra, calificándolas de invención de detractores y exmiembros expulsados por irregularidades.
Su abogado también ha expresado que las acusaciones son infundadas.
El predicador, reconocido por su influencia política, es un asesor espiritual del expresidente Rodrigo Duterte.
El exmandatario, en el pasado, ha criticado otras operaciones policiales contra Quiboloy calificándolas de excesivas.
Nicolas Torre III, general de brigada que dirigió la operación policial, explicó que los agentes buscaban ejecutar órdenes de detención por múltiples delitos, incluyendo abusos a menores y tráfico de personas.
Torre III justificó el despliegue masivo aludiendo a la complejidad del complejo religioso, con más de 40 edificios que inspeccionar y una fuerte resistencia de los seguidores de Quiboloy durante la entrada.
El caso ha generado un profundo impacto emocional en Filipinas, donde Quiboloy goza de un importante seguimiento.
La operación policial ha puesto bajo el escrutinio público al líder religioso y su organización, generando debate sobre su influencia social, sus prácticas y las denuncias en su contra.