La siesta, una práctica milenaria que ha sido objeto de estudio por parte de la ciencia en los últimos años, se ha convertido en un tema de gran interés debido a sus potenciales beneficios para el bienestar físico y mental.
Investigadores de diversas disciplinas han analizado a fondo los efectos del descanso durante la tarde, buscando determinar la duración ideal para obtener los máximos provecho sin afectar el sueño nocturno.
Un estudio pionero realizado por la NASA en colaboración con la Junta de Seguridad en el Transporte de Estados Unidos en 1995 arrojó resultados fascinantes.
Los investigadores determinaron que una siesta de 26 minutos era la duración óptima para mejorar significativamente el rendimiento laboral y la atención, especialmente en pilotos de vuelos extensos.
Se observó un aumento del 34% en el rendimiento y un 54% en el estado de alerta, afirma el Dr. William Dement, reconocido experto en sueño.
¿Por qué no más de 30 minutos?
La duración ideal de la siesta se basa en la comprensión de las fases del ciclo del sueño.
Cada ciclo, que dura entre 90 y 110 minutos, consta de dos etapas principales: la fase REM (sueño soñado) y la fase no REM, dividida a su vez en cuatro etapas que van desde el sueño ligero hasta el profundo.
Entrar en las fases profundas del sueño durante una siesta puede generar inercia del sueño, un estado de confusión al despertar que afecta negativamente nuestra capacidad cognitiva, explica la Dra.
Sara Mednick, investigadora especializada en neurociencia del sueño.
El momento ideal y los beneficios de la siesta:
Expertos sugieren que el horario óptimo para la siesta se encuentra entre las 13:00 y las 16:00 horas, coincidiendo con una disminución natural de los ritmos circadianos después del almuerzo.
La siesta puede mejorar el estado de ánimo, la atención, la memoria y la creatividad, añade Mednick.
Es crucial crear un ambiente propicio para el descanso, evitando ruidos, luz excesiva y temperaturas extremas.
Más allá de los datos científicos, la siesta ofrece una oportunidad para recargar energías, reducir el estrés y mejorar la calidad de vida.