El Papa Francisco ha revelado detalles inquietantes sobre dos presuntos atentados que se frustraron durante su histórico viaje a Irak en marzo de 2021.
En un extracto adelantado de su autobiografía, Spera, el Pontífice detalla cómo la Gendarmería Vaticana recibió advertencias de los servicios secretos británicos sobre planes para atacarle durante la visita.
Decía, casi familiarmente, que necesitaba ir a ver a nuestro abuelo Abraham, el antepasado común de judíos, cristianos y musulmanes.
El viaje apostólico se llevó a cabo a pesar del alto riesgo de seguridad, con Irak aún afectado por la pandemia y las secuelas de años de conflicto.
Incluso tras toda aquella devastación, el viento del odio no se detenía, relata el Papa.Me avisaron tan pronto como aterrizamos en Bagdad el día anterior.
La policía había alertado a la Gendarmería vaticana sobre una información recibida de los servicios secretos ingleses: una mujer cargada de explosivos, una joven terrorista suicida, se dirigía a Mosul para hacerse estallar.
Y una furgoneta también había salido a toda velocidad con la misma intención.
Afortunadamente, la policía iraquí intervino y neutralizó a los presuntos atacantes antes de que pudieran llevar a cabo sus planes.
Cuando al día siguiente pregunté a la Gendarmería que sabía de los dos atacantes, el comandante me respondió lacónicamente: ya no están, recuerda Francisco.
La policía iraquí los había interceptado y hecho explotar.También esto me afectó mucho, también este era un fruto envenenado de la guerra.
El viaje a Irak, que incluyó una histórica reunión con el Gran Ayatolá Ali al Sistani, se convirtió en un símbolo de esperanza y diálogo interreligioso a pesar del contexto de violencia y amenaza.
Las revelaciones del Papa sobre los intentos de asesinato durante su visita subrayan el peligro constante que enfrentan los líderes religiosos en regiones convulsas y la importancia de la paz y la tolerancia.