El estado de Idaho, ubicado en el noroeste de Estados Unidos y conocido por sus majestuosos paisajes montañosos y su rica historia minera, se perfila como un sólido bastion republicano en las elecciones presidenciales de 2024.
Con una tradición política conservadora profundamente arraigada, Idaho no ha votado a un candidato demócrata para la presidencia desde 1968.
En las elecciones de 2020, el expresidente Donald Trump obtuvo una contundente victoria en el estado con el 63,9% de los votos, mientras que Joe Biden se quedó con el 33%.
Este resultado refleja la fuerte inclinación conservadora del electorado idahoense, particularmente en las áreas rurales y suburbanas donde prevalecen valores tradicionales en torno a la economía, el control de armas y el papel del gobierno.
El estado de Idaho tiene una identidad política clara, afirma el profesor de Ciencia Política de la Universidad de Idaho, John Smith.
Los votantes aquí valoran la independencia, la libertad individual y un enfoque económico liberal.
Estas tendencias se reflejan en su apoyo constante al partido republicano.
Si bien los demócratas han logrado avances significativos en las áreas urbanas como Boise, la capital del estado, su influencia sigue siendo limitada en un territorio donde el republicanismo se mantiene firme.
Es difícil para los demócratas romper con este patrón, comenta la politóloga Sarah Jones, experta en el electorado idahoense.
Necesitan conectar con las preocupaciones de los votantes rurales y suburbanos, quienes representan una parte significativa del estado.
Las elecciones de 2024 serán cruciales para determinar si Idaho mantiene su firme respaldo al partido republicano o si se produce un cambio significativo en la tendencia política del estado.
El resultado tendrá repercusiones importantes a nivel nacional, ya que Idaho juega un papel fundamental en el panorama electoral estadounidense.