La Unión Europea mantiene una mirada atenta hacia las elecciones presidenciales estadounidenses del próximo 5 de noviembre, donde se enfrentarán Donald Trump y Kamala Harris.

El resultado marcará el rumbo de la relación transatlántica en los próximos años, un vínculo complejo que va más allá de la simple amistad.

No podemos decir que sea una relación de amigos inseparables, explican fuentes comunitarias consultadas por este medio.

Las tensiones comerciales y empresariales seguirán presentes, como lo vimos recientemente con la IRA aprobada por EEUU. Esta normativa, aunque concebida para impulsar el crecimiento empresarial estadounidense, es vista por Bruselas como una amenaza para las compañías europeas.

A pesar de estas tensiones, la UE ha estado trabajando en estrategias para gestionar los posibles escenarios tras las elecciones.

Pedro Soriano, analista especializado en política americana, destaca que la relación entre la UE y Estados Unidos no se define únicamente por los resultados electorales, sino por las acciones.

El perfil de cada candidato genera diferentes expectativas.Una victoria de Harris sería vista como una continuidad del modelo impulsado por Biden, con un enfoque en la oposición a Rusia y la cooperación en áreas como el comercio y la tecnología.

Por otro lado, un segundo mandato de Trump representaría un cambio radical en la relación transatlántica.

Su deriva autoritaria sería mucho más fuerte, afirma Soriano, y esto dejaría a Europa en una situación prácticamente inédita.

El analista resalta que Trump podría abandonar el apoyo a Ucrania y presionar para un acuerdo de paz humillante con Rusia, lo cual generaría una ruptura fundamental en la confianza existente entre ambos bloques.

Andrea G. Rodríguez, investigadora asociada del Centro de Estudios de Política Europea CEPS, agrega que una victoria de Trump podría suponer cinco años más de proteccionismo de la economía estadounidense, a diferencia del enfoque cooperativo impulsado por Biden y Harris.

La incertidumbre sobre el futuro de la relación transatlántica crea un escenario complejo para la UE, que se encuentra en un proceso de reinvención con prioridades como la industria, la defensa y la autonomía estratégica.

Las elecciones estadounidenses serán un punto de inflexión que determinará el rumbo de la cooperación entre ambas potencias en los próximos años.