La Guerra Guasú: La cicatriz más profunda de Latinoamérica.
La Guerra de la Triple Alianza, conocida en Paraguay como Guerra Guasú, marcó un punto negro en la historia de América Latina.
Entre 1864 y 1870, Argentina, Brasil y Uruguay se enfrentaron a Paraguay en un conflicto que, según el Museo Nacional Casa del Acuerdo, se erigió como el más sangriento y duradero de toda la región.
La semilla del conflicto se plantó en 1863 con el derrocamiento del gobierno uruguayo por liberales apoyados por Brasil, liderados por el general Venancio Flores.
El presidente paraguayo, Francisco Solano López, temiendo una ocupación brasileña que amenazara la independencia de su país y el equilibrio del Río de la Plata, intervino en defensa del gobierno depuesto y declaró la guerra a Brasil.
Argentina, bajo el mandato de Bartolomé Mitre, inicialmente se mantuvo neutral.Sin embargo, en 1865 firmó junto a Brasil y al nuevo gobierno uruguayo el Tratado de la Triple Alianza, comprometiéndose a derrocar al régimen paraguayo.
Según la Agencia de Comunicación del Senado de Brasil, López logró éxitos militares iniciales, pero las derrotas se sucedieron hasta obligar al presidente a convocar incluso a niños y ancianos al frente.
La guerra culminó en 1870 con la batalla de Cerro Corá, donde murió Solano López, marcando el final de un conflicto que dejó cicatrices profundas en Paraguay.
La Guerra Guasú fue una tragedia para nuestro país, afirma un historiador paraguayo.Se estima que entre el 60% y el 69% de nuestra población pereció en la guerra o por sus consecuencias.
La devastación demográfica fue extrema, con una población estimada inicial de 500.000 habitantes reducida a la mitad para 1870.
Paraguay cedió territorios a Argentina y Brasil como consecuencia del Tratado de Paz firmado en 1876.
La economía del país se desplomó, con el ganado vacuno reducido de más de dos millones de cabezas al inicio del conflicto a apenas 15.000 para 1870.
La agricultura también sufrió severamente, impidiendo la producción de alimentos básicos.
La Guerra Guasú no solo fue una pérdida humana sin precedentes, sino que marcó un declive económico y social profundo en Paraguay.
El impacto emocional de esta guerra continúa presente en nuestro pueblo, concluye el historiador paraguayo, destacando que la memoria de esta tragedia es un recordatorio constante de la fragilidad de la paz y la necesidad de evitar la violencia.