La inteligencia artificial (IA) está revolucionando diversos sectores, y ahora se adentra en el mundo deportivo con la promesa de transformar la experiencia de juego y espectadores.

Wimbledon, el prestigioso torneo de tenis que data de 1877, anunció su decisión de reemplazar a los jueces de línea por un sistema automatizado de llamada electrónica de línea (ELC) a partir del año 2025.

Esta innovación tecnológica supone un cambio radical en la historia del torneo y abre un debate sobre el futuro del arbitraje humano en el deporte.

El ELC, que consta de múltiples cámaras que rastrean meticulosamente el recorrido de la pelota, permitirá una precisión sin precedentes en la determinación de si un golpe es válido o no.

Sally Bolton, directora ejecutiva del All England Club, ha justificado esta decisión al afirmar que la tecnología es suficientemente robusta y este es el momento adecuado para dar este importante paso en la búsqueda de la máxima precisión en nuestro arbitraje.

Se estima que alrededor de 300 jueces de línea podrían ser reubicados a otras funciones dentro del torneo, como supervisores o árbitros de video.

A pesar de las ventajas que ofrece la IA en términos de eficiencia y exactitud, la implementación de este sistema ha generado controversias entre jugadores, expertos y aficionados.

Algunos argumentan que la falta de interacción humana podría despojar al deporte de parte de su esencia tradicional y emocional.

El juez de línea es una figura histórica en Wimbledon, un elemento inseparable del espíritu del juego, comenta John McEnroe, leyenda del tenis y ex comentarista televisivo.

La IA puede ser precisa, pero ¿puede capturar la complejidad de las decisiones humanas en el campo?.

Es innegable que la IA está transformando el panorama deportivo a una velocidad vertiginosa.La pregunta clave es si este avance tecnológico se traducirá en una mejora genuina para los jugadores, el público y la integridad del deporte o si, por el contrario, representará una pérdida irreparable de parte de su magia humana.