El ataque con misiles que Teherán lanzó contra Israel ha dejado una profunda herida en la frágil paz del Oriente Próximo.
Más allá del saldo de víctimas y daños materiales, el incidente expuso las vulnerabilidades del escudo antimisiles israelí, conocido como Cúpula de Hierro, suscitando preguntas sobre su efectividad real y capacidad para contener la escalada de violencia regional.
El sistema Cúpula de Hierro, desplegado por primera vez en 2011 tras la guerra con Hezbolá, se ha convertido en un símbolo del poderío militar israelí.
Diseñado para interceptar proyectiles enemigos a distancias de hasta 70 kilómetros, su funcionamiento se basa en una compleja red de radares, mecanismos de cálculo de trayectoria y baterías de misiles interceptores Tamir.
Si bien las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y la empresa que lo desarrolló, Rafael Advacend Systems, presumen una tasa de éxito del 90% en la neutralización de proyectiles enemigos, los últimos ataques iraníes han puesto en duda esta afirmación.
El ataque de abril pasado, donde Teherán lanzó cerca de 300 drones, misiles balísticos y de crucero, evidenció que la Cúpula no es infalible.
La eficacia del sistema se basa en estimaciones y datos proporcionados por el propio gobierno israelí, señala Jean-Loup Samaan, experto en Oriente Próximo.
Si bien la tasa de intercepción del 90% suena impresionante, es difícil determinar su exactitud, ya que el sistema solo se activa frente a proyectiles dirigidos hacia zonas urbanas u objetivos sensibles.
Samaan advierte que la Cúpula de Hierro, por sí sola, no disuade a los enemigos de Israel.A pesar de su eficacia operativa, estratégicamente no logra prevenir ataques, afirma el experto.
Un ejemplo claro es la reciente escalada de violencia con Hamás en Gaza, donde miles de cohetes fueron disparados hacia territorio israelí.
La pregunta crucial que surge tras estos eventos es: ¿Qué pasaría si los enemigos de Israel unieran fuerzas para un ataque conjunto?
Irán cuenta con un arsenal de más de 3.000 misiles balísticos, Hezbolá posee miles de proyectiles de artillería, y Hamás controla una gran cantidad de cohetes de largo alcance.
La combinación de estos arsenales representaría un desafío significativo para la Cúpula de Hierro, explica Guillermo Pulido, analista de defensa de la revista Ejércitos.
Aun si el sistema intercepta el 70% o 80% de los misiles lanzados, el impacto humano y material sería devastador.
La Cúpula de Hierro es solo una parte del sistema defensivo multicapa de Israel.Complementan al escudo antimisiles sistemas como Honda de David, que se centra en ataques de largo alcance, y los interceptores Arrow 2 y Arrow 3, diseñados para neutralizar misiles balísticos a gran distancia.
El costo de este complejo sistema también es significativo.Cada interceptor Tamir cuesta alrededor de $50,000, mientras que los misiles Stunner utilizados por Honda de David alcanzan un precio unitario de aproximadamente $1 millón.
El apoyo financiero estadounidense, con alrededor de $3 mil millones aportados a la Cúpula de Hierro y sus componentes, es crucial para mantener esta red de defensa.
La Cúpula de Hierro, a pesar de su aparente eficacia, no es una solución definitiva para las amenazas que enfrenta Israel.
Su éxito depende de factores como la naturaleza del ataque, la tecnología empleada por los enemigos y, sobre todo, la capacidad de coordinación entre los diferentes sistemas de defensa israelí.
El debate sobre la efectividad real de la Cúpula de Hierro se intensifica tras el reciente ataque iraní.
Mientras Israel celebra su capacidad para interceptar la mayoría de los misiles lanzados, expertos internacionales cuestionan su capacidad para contener una ofensiva conjunta de sus enemigos, dejando en suspenso la paz y la seguridad del Oriente Próximo.