En un mundo cada vez más conectado, la emoción de obtener placer ante el sufrimiento ajeno, conocida como schadenfreude, parece estar en aumento.

Este fenómeno no es nuevo, pero la sobreproducción de trabajadores de élite, las respuestas personales a la pandemia y el uso indiscriminado de las redes sociales parecen contribuir a su proliferación.

Expertos afirman que la schadenfreude surge a menudo de sentimientos de injusticia, superioridad moral, envidia o la creencia de que alguien se lo merece.

Silvia Montiglio, profesora de la Universidad Johns Hopkins, explica: Las emociones suelen tener su origen en un sentimiento de injusticia, superioridad moral, envidia o en que alguien se merece lo que le ocurre.

Un ejemplo palpable de este fenómeno fue la reacción a la desaparición del sumergible Titán.La noticia, inicialmente conmovedora, rápidamente dio paso a memes y comentarios burlones cuando se confirmó la muerte de los cuatro pasajeros adinerados.

Pero la schadenfreude no solo afecta a grupos sociales opuestos.Peter Turchin, investigador de la Universidad de Oxford, define la sobreproducción de élite como la existencia de una cantidad excesiva de superricos y personas con altos niveles educativos que compiten por un número limitado de puestos de poder.

Esta competencia feroz alimenta el schadenfreude entre individuos con similar posición social.
La pandemia también ha contribuido a este fenómeno.

Según Montiglio, la pandemia creó una tormenta perfecta de superioridad moral, comportamientos fanfarrones y una enfermedad que causa graves daños y desgracias.

Julia García, madre de dos hijos, relató cómo se sintió aliviada cuando su primo, quien negaba la gravedad del virus, contrajo el coronavirus.

El remordimiento llegó cuando su primo enfermó gravemente.
Las redes sociales amplifican estas emociones negativas.

Colin Leach, psicólogo de la Universidad de Columbia, señala que el placer de la schadenfreude se intensifica cuando se dirige a alguien que nos desagrada.

Susana Siegel, profesora de Filosofía en la Universidad de Harvard, advierte sobre el uso político de la schadenfreude para manipular ideologías.

Aunque la schadenfreude puede ser un reflejo de la crueldad inherente al ser humano, los expertos recomiendan cultivar la empatía y la compasión como antídotos.

Leach sugiere reconocer la propia inadecuación como fuente de esta emoción y cuestionar si realmente alguien se lo merece.

Al final, la schadenfreude nos confronta con nuestro propio lado oscuro.Reconocerla y combatirla es esencial para construir una sociedad más justa y compasiva.