Mario Sangüezo, un hombre cuyas venas pulsan al ritmo del Milagro Salteño, encarna la transformación de una industria ancestral en la remota Puna salteña.
Con casi tres décadas de experiencia, su testimonio refleja el orgullo y las dificultades que rodean esta actividad vital para la región.
Ser minero es un orgullo para mí, afirma con convicción Mario.Poder representar a la Puna y ser quizás la voz de aquellos que no tuvieron la oportunidad de contar sus historias.
Su mirada trasciende los muros del campamento de Olacapato, el más alto de la zona, ubicado a 4.100 metros sobre el nivel del mar, donde trabaja para Minera Santa Rita.
Antes, nuestro trabajo era sufrido y silencioso; hoy las cosas han cambiado, y en la Puna se trabaja con mucho más respeto y dignidad.
Mario no solo ha sido testigo del auge de la minería, sino que también ha formado parte integral de su evolución.
Comenzó a los 18 años como chofer en Mina Tincalayu para Marcilese, luego pasó por Mina Maggi, donde se desempeñó como tractorista y operador de palas cargadoras para Moncholi.
Finalmente, llegó a Minera Santa Rita, donde trabajó durante más de una década en Mina Patito, ascendiendo desde operador de maquinaria hasta encargado de personal.
En el año 2007, junto con otros diez compañeros, dio vida a la Peregrinación de los Mineros, una tradición religiosa que hoy reúne a cientos de trabajadores en su devoción.
La devoción que tengo por mi trabajo es tan grande como la que siento por mis santos patronos, comenta Mario, quien reconoce la importancia del trabajo en equipo y la unión en este sector.
Si bien el trabajo minero siempre presenta desafíos, Mario ha sido un impulsor de mejoras para las comunidades puneñas.
Participó en iniciativas como las Olimpíadas Mineras, luchó por la creación de la bolsa de trabajo local durante la pandemia y fue uno de los que promovió el reconocimiento del Día de la Pachamama como jornada de conmemoración en los campamentos mineros.
El crecimiento de la minería del litio ha traído consigo una transformación significativa para la Puna.
Cuando empieza el tema del litio ahí ya es otra cosa, explica Mario, hay más empleo, otra tecnología y un nivel de personal que buscan, que tienen que ser más capacitados.
Es testigo de cómo esta nueva realidad está mejorando la calidad de vida en las comunidades puneñas.