Un equipo de neurólogos de la Universidad de Pensilvania ha realizado un descubrimiento revolucionario al analizar 50.000 escáneres cerebrales a lo largo de casi una década.
Utilizando inteligencia artificial (IA), los investigadores identificaron cinco patrones anatómicos recurrentes que se repiten en el proceso de envejecimiento y enfermedades neurodegenerativas.
Estas arrugas del cerebro, como las denominan los autores, podrían indicar un riesgo futuro de padecer demencia, Alzheimer o Parkinson, entre otras afecciones.
Este estudio, publicado en la prestigiosa revista Nature Medicine, marca un hito en la investigación sobre el envejecimiento cerebral.
A diferencia de investigaciones previas que se basaban en conjuntos de datos limitados, esta investigación se nutrió de una cantidad masiva de información proveniente de más de 10 mil participantes de diferentes edades y estados cognitivos.
El algoritmo SurrealGAN, desarrollado por Zhijian Yang, uno de los autores del estudio, fue clave para analizar estas grandes cantidades de datos y revelar los patrones ocultos.
Las marcas del envejecimiento cerebral son similares a las arrugas en la piel, explica Christos Davatzikos, especialista en imágenes biomédicas de la Universidad de Pensilvania y autor principal del artículo.
Estos cambios anatómicos pueden ser influenciados por diversos factores como el tabaco, el alcohol, la genética y otros indicadores de riesgo.
Los cinco patrones identificados se correlacionan con diferentes patologías.Por ejemplo, la demencia y el deterioro cognitivo leve se asocian a cinco de estos patrones, uno de los cuales es particularmente predictivo del desarrollo futuro de demencia.
Otro patrón se relaciona con enfermedades como Parkinson y Alzheimer, mientras que una combinación de tres se asocia a un mayor riesgo de mortalidad.
Davatzikos enfatiza la importancia de este hallazgo: Estos resultados sugieren que el bienestar físico general afecta directamente la salud neurológica.
Los daños en otros órganos pueden tener consecuencias para el cerebro.La investigación continúa explorando la posibilidad de utilizar estos patrones como indicadores precoces de enfermedades neurodegenerativas, permitiendo una intervención temprana y un mejor control del envejecimiento cerebral.