La tristeza es una emoción primaria, un componente esencial de la experiencia humana que nos alerta sobre situaciones dañinas y nos impulsa a buscar apoyo.

Cuando esta emoción se vuelve persistente y profunda, puede tener consecuencias negativas para nuestra salud física y mental.

El llamado Blue Monday, aunque carece de fundamento científico, refleja el sentimiento común de melancolía que puede surgir tras las celebraciones navideñas, especialmente en el hemisferio norte donde la falta de luz solar intensifica este estado emocional.

Expertos señalan que la tristeza sostenida puede manifestarse física con síntomas como problemas digestivos, insomnio, cefaleas, fatiga y pérdida de apetito.

Marta Rojo, psicóloga clínica del Hospital Universitario de Torrejón, explica que el cuerpo y las emociones están indisolublemente unidos.

La doctora Diaz agrega que cuando sentimos tristeza, nuestro cuerpo libera cortisol, una hormona del estrés que puede dañar el sistema inmunológico, cardiovascular y digestivo.

Luis Fabián Mahecha, jefe del Servicio de Salud Mental del Hospital Universitario del Vinalopó, enfatiza la importancia de diferenciar la tristeza normal, una reacción psicológica común, de la depresión, un trastorno mental más complejo que afecta todas las esferas de la vida.

Afortunadamente, existen estrategias para afrontar la tristeza y proteger nuestra salud emocional:

Práctica la gratitud: Concéntrate en los aspectos positivos de tu vida.

Mantén una rutina de ejercicio: La actividad física libera endorfinas que mejoran el estado de ánimo.

Conecta con otras personas: Compartir tus sentimientos fortalece las relaciones y alivia la carga emocional.

Descansa adecuadamente: El sueño reparador es fundamental para el equilibrio emocional y físico. Aliméntate de forma saludable: Una dieta balanceada influye directamente en tu bienestar general.

Explora técnicas de relajación: La meditación y la respiración profunda ayudan a gestionar el estrés.

Busca apoyo profesional: Un terapeuta puede ser una guía invaluable para superar momentos difíciles.

Recordar que cuidar nuestra salud emocional es una inversión en nuestro bienestar integral.Al comprender la conexión entre nuestro estado emocional y nuestra salud física, podemos tomar medidas proactivas para vivir vidas más equilibradas y saludables.