En una jornada cargada de devoción y esperanza, los peregrinos han llegado a Cobos, el último poblado antes de alcanzar la capital salteña.

Este hito en su viaje hacia la Catedral de Salta, donde anualmente renuevan su acto de fe y agradecimiento al Señor y la Virgen del Milagro, refleja un profundo compromiso espiritual.

Durante días, numerosas familias han recorrido largas distancias, desafiando caminos arduos y enfrentando diversas dificultades, con el único propósito de llegar a los pies de sus venerados santos.

Este viaje, marcado por sacrificios y esfuerzo, es una manifestación palpable de su devoción e inquebrantable fe.

En Cobos, el ambiente se impregna de reflexión y emoción mientras los peregrinos preparan la última etapa de su travesía hacia Salta.

Cada paso que dan es un testimonio del compromiso y agradecimiento que los impulsa, renovando un acto de fe que une a generaciones enteras en un vínculo espiritual profundo.

Es una experiencia que transforma el alma, afirma María Elena López, una peregrina que ha recorrido la ruta por segunda vez.

El esfuerzo físico se diluye al enfrentar cada paso como una oportunidad para fortalecer nuestra conexión con Dios.

Este camino de peregrinación no solo tiene un impacto emocional profundo en los participantes, sino que también representa una importante tradición cultural y económica para las comunidades a través de las cuales pasan los peregrinos.

La afluencia de personas durante este periodo genera movimiento económico local y fortalece el tejido social.