Después de varios meses de estabilidad, el mercado automotriz argentino ha experimentado un repunte significativo en los precios de sus modelos.

La recuperación del sector durante julio, con una disminución del 2,8% respecto al mismo periodo de 2023, marcó un punto de inflexión.

Esta mejora en las ventas, impulsada por ofertas y descuentos, se considera el detonante para que los fabricantes retomaran la práctica de aumentos mensuales.

Era inevitable que esta situación terminara, afirma un experto del sector automotriz, quien prefiere mantener su anonimato.

La inflación seguía afectando a los costos de producción y venta, y las marcas necesitaban recuperar el atraso acumulado en los precios.

Toyota Argentina, líder indiscutible del mercado, fue la primera en dar el paso, publicando sus listas de precios con incrementos para todos sus modelos, desde un 2,5% hasta un 4,5%.

Ford, otro actor clave, no se quedó atrás, incrementando los precios de su gama Ranger entre un 4% y un 7,4%, llevando la versión más alta a superar los 70 millones de pesos.

Volkswagen, que tuvo su peor mes en julio debido a la inminencia del lanzamiento de la nueva Amarok, también implementó aumentos en sus modelos, excepto en la recién presentada Amarok.

Renault y General Motors, con menor participación en el mercado, optaron por mantener incrementos mínimos o nulos para la mayoría de sus modelos.

La estrategia se basa en captar clientes que buscan opciones más económicas frente a la remarcación de las marcas líderes.

El nuevo escenario refleja la compleja situación económica del país, donde la inflación continúa siendo una amenaza constante para el sector automotriz.

Los fabricantes deberán encontrar un equilibrio entre mantener su rentabilidad y ofrecer productos accesibles para los consumidores.