Las infecciones urinarias (ITU) representan una preocupación sanitaria significativa, con una incidencia estimada de dos millones de casos anuales en España.

Si bien muchas ITU son leves, existe un riesgo de complicaciones graves que pueden incluso poner en peligro la vida.

La clave para combatir este problema radica en reconocer los síntomas tempranamente y buscar atención médica inmediata.

La Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos señala que las infecciones pueden afectar diferentes partes del tracto urinario, incluyendo la vejiga (cistitis), los riñones (pielonefritis), los uréteres o la uretra (uretritis).

En la mayoría de los casos, el origen es bacteriano.Los microorganismos ingresan por la uretra y se propagan a la vejiga, donde se instala la infección, que posteriormente puede extenderse a los uréteres o riñones.

Diversos factores pueden aumentar el riesgo de padecer ITU, entre ellos la diabetes, la edad avanzada, enfermedades que dificultan el cuidado personal, problemas en el vaciado completo de la vejiga, la presencia de sonda vesical, la incontinencia intestinal, la próstata agrandada, los estrechamientos uretrales, las piedras renales, períodos prolongados de inmovilidad, el embarazo y cirugías o procedimientos realizados en las vías urinarias.

Detección Temprana: Los Síntomas del Problema

Las ITU suelen presentar una serie de síntomas característicos que permiten su identificación temprana.

Estos incluyen: orina turbia o con sangre, con un olor fuerte o desagradable; fiebre baja en algunos casos; dolor o ardor al orinar; presión o calambres en la parte inferior del abdomen o la espalda baja; necesidad frecuente de orinar incluso tras vaciar la vejiga.

Cuando la infección se propaga a los riñones, los síntomas pueden ser más graves: escalofríos y temblores o sudoración nocturna; fatiga e indisposición general; fiebre superior a 38,3C; dolor en el costado, la espalda o la entrepierna; piel ruborizada, enrojecida o caliente; cambios mentales o confusión, especialmente en adultos mayores; náuseas y vómitos; dolor abdominal intenso.

El diagnóstico se basa en una evaluación clínica de los síntomas, complementada con análisis de orina (análisis de orina y urocultivo en muestra limpia).

El médico puede solicitar exámenes sanguíneos adicionales como el conteo sanguíneo completo (CSC) y el hemocultivo.

En algunos casos, podrían ser necesarias pruebas complementarias como la tomografía computarizada del abdomen, pielografía intravenosa, ultrasonido del riñón y cistouretograma miccional.

Tratamiento: El Camino hacia la Recuperación

El tratamiento de las ITU depende del lugar afectado y la gravedad de la infección.

En la mayoría de los casos, el tratamiento consiste en un curso de antibióticos, debido a que la causa más frecuente es bacteriana.

En casos graves, especialmente en personas mayores o inmunodeprimidas, puede ser necesaria la hospitalización para recibir líquidos intravenosos y antibióticos por vía intravenosa.

La mayoría de las ITU se resuelven con este tratamiento y los síntomas suelen desaparecer entre 24 y 48 horas después del inicio del tratamiento, aunque la duración total del mismo puede ser mayor.

Algunas infecciones pueden volverse recurrentes, lo que requiere un manejo específico para evitar complicaciones a largo plazo.