El rey Felipe VI ha advertido durante su viaje de Estado a Italia que hay un pasado que no puede ni debe repetirse, ni siquiera como caricatura.

En su discurso ante el Congreso italiano, el monarca español expresó su preocupación por la acelerada erosión de los tratados y las instituciones multilaterales, cuestionándose su eficacia y sentido.

Este encuentro, poco habitual en la historia del parlamento italiano, se suma a otros precedentes históricos como las visitas del rey emérito Juan Carlos I en 1998 y del Papa Juan Pablo II en 2002.

El discurso del rey Felipe VI, pronunciado tras un recibimiento oficial con honores por parte del presidente Sergio Mattarella y la primera ministra Giorgia Meloni, ha sido acogido con aplausos por los parlamentarios presentes.

Somos dos países con memoria, afirmó el rey, recordando la importancia de aprender del pasado para evitar su repetición, incluso en una forma caricaturesca.

En este sentido, Felipe VI destacó: vemos con lógica inquietud cómo muchos tratados, instituciones y foros multilaterales sufren una erosión acelerada, al tiempo que se cuestiona su eficacia o el sentido mismo de su existencia.

La preocupación del monarca español se extiende a la fragilidad de la paz en un mundo marcado por conflictos abiertos y latentes.

En relación a la guerra en Ucrania, Felipe VI reafirmó el compromiso de España con el apoyo a los ucranianos en su búsqueda de una paz justa y la reconstrucción del país.

En el contexto del Medio Oriente, el rey hizo un nuevo llamado a la obtención de un alto el fuego definitivo, la liberación de todos los rehenes y el acceso masivo de ayuda humanitaria.

Asimismo, reiteró la visión de España e Italia sobre la necesidad de una coexistencia pacífica entre Israel y Palestina como única solución sostenible y justa a largo plazo.

El discurso del rey Felipe VI también abordó los retos de la Unión Europea en materia de seguridad, crisis climáticas, transición energética, gestión migratoria y crecimiento económico.

En este sentido, enfatizó la importancia de priorizar el fomento de los flujos migratorios seguros, ordenados y regulares, asegurando que los inmigrantes reciban el trato digno que se le debe a todo ser humano.

Finalmente, Felipe VI destacó la necesidad de una mayor coordinación entre España e Italia para convertir al Mediterráneo en un espacio abierto, próspero, pacífico y sostenible.