Hong Kong ha intensificado las medidas sanitarias en su aeropuerto ante la alerta por un brote de enfermedad desconocida en la República Democrática del Congo (RDC).
El brote, que según el Ministerio de Salud congoleño ha dejado al menos 79 muertos y más de 300 infectados desde finales de octubre, ha llevado a las autoridades hongkonesas a tomar precauciones para prevenir su propagación.
Aunque Hong Kong no cuenta con vuelos directos a la RDC, se han reforzado los controles sanitarios en los vuelos procedentes de importantes centros de tránsito africanos como Johannesburgo y Adís Abeba.
Los pasajeros provenientes de estos puntos son sometidos a rigurosas evaluaciones médicas para detectar posibles casos de la enfermedad.
El Centro para la Protección de la Salud de Hong Kong ha solicitado información detallada sobre la situación al Organismo Mundial de la Salud (OMS), a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de África, así como a las autoridades sanitarias congoleñas.
Estamos vigilando la situación muy de cerca y colaborando con el OMS para salvaguardar la salud pública, declaró un portavoz del departamento de Salud.
El gobierno de Hong Kong ha emitido una recomendación a los ciudadanos sobre la importancia de mantener la higiene personal, evitar lugares concurridos y buscar atención médica inmediata en caso de presentar malestar después de viajar a zonas afectadas.
En la RDC, el ministro de Salud Pública, Samuel Roger Kamba Mulamba, señaló que la enfermedad parece tener un componente respiratorio y se ha extendido por una zona remota del oeste del país.
Los síntomas incluyen fiebre, dolores de cabeza, secreción nasal, tos, dificultad para respirar y anemia.
Consideramos que se trata de un nivel epidémico que debemos vigilar con la mayor atención posible, afirmó Mulamba, destacando que los menores de cinco años representan aproximadamente el 40% de los casos detectados.
La cifra oficial de fallecimientos asciende a 79, según datos del Ministerio de Salud congoleño, pero medios locales reportan un número más elevado, llegando a 135 muertos.
La incertidumbre sobre la naturaleza y propagación de la enfermedad genera preocupación en la región y alerta al mundo ante la posibilidad de una nueva amenaza sanitaria global.