Un reciente estudio publicado en la prestigiosa revista científica PNAS ha descubierto que los bebés comprenden el concepto de posibilidad y distinguen entre eventos posibles e imposibles, incluso antes de desarrollar el lenguaje necesario para nombrarlos.
Los investigadores, dirigidos por Aimee E. Stahl y Lisa Feigenson, diseñaron un experimento con bebés de dos a tres años de edad.
Se les mostró una máquina expendedora llena de juguetes, donde algunos solo vieron juguetes morados y otros, además de morados, también vieron algunos rosas.
Al darles una moneda para extraer un juguete, la máquina siempre entregaba uno morado, incluso a aquellos que no habían visto ninguno rosa previamente.
Los científicos observaron las reacciones de sorpresa de los bebés y descubrieron que sólo aquellos que no habían visto juguetes rosas experimentaron una situación imposible, evidenciando así su capacidad para comprender lo improbable.
Para comprobar el impacto de esta experiencia en su aprendizaje, se asignó un nombre sencillo a un juguete rosa y posteriormente se les preguntó a los bebés cómo se llamaba.
Aquellos que habían experimentado la situación imposible recordaron mejor el nombre del juguete, lo que sugiere que la sorpresa puede ser un factor clave para impulsar el aprendizaje en edades tempranas.
Este hallazgo nos muestra que los bebés no solo perciben el mundo a través de sus sentidos, sino que también desarrollan una comprensión sofisticada de las posibilidades y las limitaciones, afirma Stahl.
La capacidad de distinguir lo posible de lo imposible es fundamental para la formación del pensamiento lógico y el aprendizaje.
El estudio tiene importantes implicaciones pedagógicas, ya que sugiere que experiencias diseñadas para generar sorpresa e intriga podrían ser herramientas valiosas en los métodos de enseñanza para niños pequeños.
Entender cómo aprenden los bebés puede ayudarnos a crear entornos educativos más efectivos que aprovechen al máximo sus capacidades innatas, concluye Feigenson.