La familia imperial japonesa se encuentra en luto tras el fallecimiento de la princesa Yuriko, quien a los 101 años ha dejado un legado de dedicación y compromiso con la institución monárquica.
La noticia del adiós a la tía abuela del emperador Naruhito conmocionó a Japón, evocando recuerdos de una larga vida dedicada al servicio público.
La princesa Yuriko, esposa del difunto príncipe Mikasa (hermano del emperador Hirohito), fue ingresada en el Hospital Internacional de St. Luke en marzo tras sufrir un infarto cerebral y neumonía.
A pesar de los esfuerzos médicos, su salud se deterioró progresivamente hasta que falleció este viernes en Tokio.
Su muerte deja un vacío significativo en la familia imperial japonesa.La princesa Yuriko fue una figura fundamental en la vida social y cultural del país, afirmó un experto en protocolo real.
Su presencia siempre transmitía serenidad y sabiduría, y su legado de compromiso con el servicio público será recordado por generaciones.
A lo largo de sus más de cien años de vida, la princesa Yuriko se mantuvo activa en diversas actividades públicas.
Asiste a numerosos eventos oficiales y desempeñó un papel importante en la promoción de la cultura japonesa.
El fallecimiento de la princesa Yuriko resalta el delicado equilibrio que enfrenta la familia imperial actual.
A pesar del destacado rol que las mujeres desempeñan en la institución, la ley sálica limita sus derechos sucesorios, creando una situación preocupante para el futuro de la dinastía.
La actual línea de sucesión se compone únicamente de tres miembros: el príncipe heredero Akishino, su hijo el príncipe Hisahito y el príncipe Hitachi.
La pérdida de la princesa Yuriko es un duro golpe para la familia imperial japonesa y para el país en su conjunto.
Su memoria permanecerá viva como una símbolo de dedicación, tradición y servicio al pueblo japonés.