La historia de Mafalda Cancela de Abreu, una mujer portuguesa que sufrió amputaciones tras contraer una enfermedad derivada de síntomas gripales aparentemente leves, ha puesto en el centro del debate la gravedad del shock tóxico.
Este síndrome, descrito como una emergencia médica de alto riesgo, se desencadena por la producción de toxinas bacterianas y puede provocar daños irreversibles en múltiples órganos, incluso la muerte.
De acuerdo con la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, el shock tóxico es una complicación grave que surge tras una infección bacteriana, generalmente causada por estafilococos o estreptococos.
La aparición suele estar asociada a factores como el posparto, infecciones estafilocócicas, cuerpos extraños en cavidades corporales (como tampones), cirugías o heridas.
El shock tóxico es un proceso complejo que requiere atención inmediata, explica un especialista en medicina interna.
Los síntomas son variados y pueden aparecer con rapidez, por lo que el diagnóstico precoz es fundamental para aumentar las posibilidades de supervivencia.
La sintomatología del shock tóxico es amplia y se caracteriza por fiebre alta, presión arterial baja (a veces de forma abrupta), confusión, diarrea, dolores de cabeza, musculares y de garganta, náuseas, vómitos y erupciones cutáneas.
En casos graves, puede afectar a órganos vitales como los riñones o el hígado.
El diagnóstico se basa en la combinación de estos síntomas, especialmente la fiebre alta junto con una presión arterial anormalmente baja, y en algunos casos, la presencia de bacterias S. aureus o Streptococcus pyogenes en análisis de sangre.
El tratamiento del shock tóxico es multidisciplinario y suele implicar la extracción de cuerpos extraños, administración de antibióticos intravenosos, diálisis, líquidos por vía intravenosa, medicamentos para regular la presión arterial y en casos críticos, gammaglobulina intravenosa.
La hospitalización en una unidad de cuidados intensivos (UCI) es esencial para monitorizar al paciente y administrar los tratamientos necesarios.
El shock tóxico no sólo afecta a la salud física del individuo, sino también a su bienestar psicológico y emocional, afirma un experto en trauma psicológico.
La amputación de miembros, por ejemplo, puede generar una profunda angustia y afectar significativamente la calidad de vida.