El auge de la inteligencia artificial (IA) ha revolucionado la forma en que interactuamos con tecnología, pero a este progreso se asocia un coste ambiental significativo.
El consumo desmedido de agua y energía por parte de los sistemas de IA plantea serias dudas sobre su sostenibilidad a largo plazo.
Expertos señalan que cada interacción con modelos avanzados como ChatGPT conlleva un alto gasto energético.
Cada respuesta de 100 palabras implica un consumo promedio de 0,14 kilovatioshora (kWh), suficiente para alimentar 14 bombillas LED durante una hora, explica un informe reciente de The Washington Post en colaboración con investigadores de la Universidad de California en Riverside.
Este impacto se magnifica cuando se considera el número creciente de usuarios. Si solo el 10% de la población activa en Estados Unidos utilizara ChatGPT semanalmente, el consumo anual de electricidad equivaldría al del consumo energético total de todos los hogares de Washington D.C., durante 20 días.
El problema no se limita a la energía eléctrica.El enfriamiento de los servidores que impulsan la IA requiere grandes cantidades de agua, especialmente en zonas donde escasea este recurso.
Los sistemas de refrigeración por agua son cruciales para evitar sobrecalentamientos en los centros de datos, comenta un ingeniero especializado en infraestructura tecnológica.
Esta dependencia del agua plantea serios desafíos en regiones con escasez hídrica.
Estas cifras alarmantes han llevado a comunidades locales a expresar su preocupación ante la expansión de centros de datos en sus territorios.
Los residentes temen el impacto ambiental y social, incluyendo el aumento de las facturas de servicios públicos y la presión sobre los recursos naturales.
A pesar de estos desafíos, algunas empresas tecnológicas están tomando medidas para reducir su huella ecológica.
Microsoft anunció un acuerdo para comprar toda la energía generada por un reactor nuclear cerrado, mientras que Google se ha comprometido a reponer el 120% del agua que utiliza para sus operaciones para 2030.
Expertos insisten en la necesidad de invertir en tecnologías innovadoras que minimicen el impacto ambiental de la IA.
La inteligencia artificial tiene un potencial enorme para mejorar nuestras vidas, pero debemos ser conscientes de su coste ambiental, advierte un experto en sostenibilidad.
Es fundamental encontrar soluciones sostenibles para garantizar que este avance tecnológico no se traduzca en un deterioro del planeta.