Durante milenios, el caballo ha sido un actor fundamental en la historia humana, transformando desde las labores agrícolas hasta los campos de batalla.

El misterio sobre cuándo y dónde se domesticaron estos equinos siempre ha intrigado a los expertos.

Recientemente, nuevas investigaciones genéticas han arrojado luz sobre este enigmático proceso, revelando detalles sorprendentes sobre la evolución del caballo domesticado.

Un estudio publicado por Ludovic Orlando, arqueólogo molecular de la Universidad Paul Sabatier de Toulouse, Francia, sugiere que los primeros indicios de control reproductivo del linaje de caballos se remontan al año 2200 a.

C. En colaboración con un equipo internacional de científicos, Orlando llevó a cabo un análisis exhaustivo de genomas antiguos extraídos de restos equinos hallados en yacimientos de Portugal a Mongolia.

Estos estudios apuntan hacia el sur de Rusia, cerca de la confluencia de los ríos Volga y Don, como el epicentro de la domesticación del caballo moderno (Equus caballus).

Esta región ganadera ya presentaba indicios arqueológicos de la domesticación del caballo, pero las investigaciones sobre el ADN han confirmado que los caballos domésticos modernos se originaron aquí hace entre 4700 y 4200 años, explica Orlando.

Los habitantes de esta región criaban caballos con fines reproductivos, y su posterior migración a otros territorios propició la rápida expansión de esta nueva línea equina.

Según Orlando, esta expansión fue casi de la noche a la mañana, un fenómeno que contrastaba con la lenta acumulación geográfica observada en otras domesticaciones animales.

Esta rápida difusión supuso la sustitución gradual de los linajes anteriores de caballos que habitaban Eurasia.

La adopción de la equitación y el uso de carros tirados por caballos, fenómenos comunes pocos siglos después de la domesticación, cambiaron drásticamente el panorama político y militar de las sociedades de la época.

La movilidad, la velocidad y la fuerza del caballo doméstico proporcionó una ventaja significativa en las batallas y contribuyó al desarrollo de nuevas estrategias militares, consolidando su posición como un elemento central en el ascenso de civilizaciones enteras.

Los registros arqueológicos sugieren que hace unos 4200 años se produjo un aumento repentino e inexplicable en la cantidad de caballos por toda Eurasia.

Orlando especula que este auge podría estar relacionado con cambios climáticos favorables que ampliaron las praderas, proporcionando más espacio para pastoreo.

Las últimas décadas han visto avances significativos en la tecnología de análisis del ADN antiguo, permitiendo a los científicos desentrañar secretos ancestrales como el origen del caballo domesticado.

A través de estudios genéticos detallados, se ha podido reconstruir la historia evolutiva del caballo, desde sus ancestros salvajes hasta la raza que conocemos hoy, revelando una fascinante narrativa de adaptación y coevolución entre humanos y equinos.