Un servicio único y controversial se ofreció en algunos bares japoneses hasta hace poco: los clientes podían pagar para recibir una bofetada, conocida como binta, de las camareras.
Esta práctica, que buscaba contrarrestar el efecto embriagador del sake, ha desaparecido tras denuncias por lesiones y un cuestionamiento sobre su imagen.
La cadena Yotteba, popular por sus cervezas y alitas, ofrecía este servicio a cambio de 500 yenes (alrededor de tres euros).
Los clientes podían elegir un camarero o camarera específico por un precio adicional. Hemos estado haciéndolo más de dos años pero no nos parecía muy popular, declaró un portavoz de la empresa a This Week in Asia.
Nuestra cadena está creciendo y queríamos cambiar nuestra imagen.
La idea de los binta se remonta a la región de Kagoshima, en el sur de Japón, donde el término originalmente significaba cabeza y estuvo asociado a golpes policiales durante la era Meiji (siglos XIX e inicios del XX).
A pesar de sus orígenes problemáticos, se integró en algunos ambientes hosteleros japoneses.
Videos virales muestran clientes recibiendo bofetadas en ambientes distendidos o incluso con aplausos.
La cadena Shachihokoya también ofrecía este servicio antes de la pandemia, pero lo suspendió debido a su controversia.
Un servicio llamado Nagoya Ladys Slap costaba 300 yenes (1.8 euros) y consistía en que una camarera con kimono dejase una marca en el rostro del cliente.
La decisión de Yotteba de eliminar los binta refleja un cambio hacia una imagen más tradicional para la cadena, y surge tras denuncias por lesiones relacionadas con este servicio.
A pesar de su breve periodo de popularidad, las bofetadas a la carta han demostrado ser un negocio controvertido y finalmente se retiraron del menú de estos establecimientos.