El teniente general Igor Kirílov, jefe de la Defensa Radiológica, Química y Biológica de Rusia desde 2017, fue asesinado este martes por un atentado con bomba en Moscú.

El incidente ha causado una ola de reacciones internacionales y ha intensificado las acusaciones mutuas entre Rusia y Ucrania sobre el uso de armas químicas.

Kirílov era conocido por sus recurrentes declaraciones acusando al Ejército ucraniano de emplear armas químicas en el conflicto, especialmente sustancias tóxicas que según él solo podrían sintetizarse en Estados Unidos.

Otras industrias no están diseñadas para esto y nunca las han producido, declaró Kirílov en una ocasión.

En agosto pasado, afirmó haber detectado 400 casos de utilización de munición química por parte del Ejército ucraniano, un dato que ha sido ampliamente cuestionado por la comunidad internacional.

Dos meses después, acusó a las tropas ucranianas de utilizar armas químicas durante la incursión en Sudzha, región rusa de Kursk, partidariamente ocupada por Ucrania.

De estas acusaciones, Kirílov se había pronunciado repetidamente sobre supuestas conspiraciones relacionadas con laboratorios biológicos extranjeros y la propagación de enfermedades infecciosas, incluyendo la pandemia de COVID-19.

Acusó a Estados Unidos de ampliar su red de laboratorios biológicos en el extranjero para realizar investigaciones con bacterias y virus altamente patógenos, incluso afirmando que planeaban lanzar desde drones contenedores con zancudos infectados para contaminar a los soldados rusos.

También denunció que altos cargos del gobierno estadounidense estaban obstaculizando la investigación sobre las causas de la COVID-19 y manipulando la opinión pública.

El Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) declaró a Kirílov sospechoso el día anterior al atentado, acusándolo de ordenar el uso de armas químicas contra las fuerzas ucranianas.

Según el SBU, bajo su mando se habían registrado más de 4.800 casos de uso de munición química desde el inicio de la guerra.

Kirílov, quien era considerado uno de los rostros más públicos del alto mando ruso y contaba con numerosas distinciones, incluyendo el título de Héroe de Rusia del Trabajo, participaba activamente en la creación de nuevos armamentos, como el lanzallamas pesado autopropulsado TOS-2.

El asesinato de Kirílov ha generado una fuerte condena internacional y reavivado las tensiones entre Rusia y Ucrania.

La comunidad internacional exige una investigación exhaustiva sobre el atentado para determinar su responsabilidad y evitar que este incidente alimente aún más el conflicto armado.