A pesar de haber cobrado entre 30 y 50 millones de vidas en las últimas cuatro décadas, la batalla contra el VIH/SIDA ha sido un ejemplo de progreso científico y solidaridad humana.
Sonia de Castro y María José Camarasa, investigadoras del Instituto de Química Médica (IQM) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), señalan a este medio que la infección por el VIH ya no es una sentencia de muerte.
Gracias al desarrollo de la terapia antirretroviral de alta eficacia (TARGA), las personas infectadas pueden llevar una vida plena y saludable con una esperanza de vida similar a la de quienes no viven con el virus.
Las expertas destacan los avances en la prevención, como la profilaxis preexposición (PrEP) y postexposición (PEP), que han logrado reducir drásticamente las tasas de infección en muchas regiones.
Reconocen que aún existen retos persistentes. El acceso desigual a los tratamientos, la falta de una vacuna preventiva y una cura definitiva, así como el estigma social y las barreras culturales siguen siendo obstáculos significativos.
De Castro y Camarasa resaltan el desarrollo de nuevos fármacos dirigidos a otras dianas terapéuticas del virus, que amplían las opciones para tratar la infección por VIH incluso en personas con resistencias a los medicamentos tradicionales.
La expansión de la PrEP y la PEP se considera otro logro importante, transformando la prevención del VIH en muchas comunidades.
Los casos de curación tras trasplantes de médula ósea demuestran que es posible eliminar el virus, pero esta opción no es escalable debido a su complejidad y riesgos.
No obstante, existen promesas para el futuro: medicamentos inyectables de acción prolongada, vacunas y curas funcionales se encuentran en diferentes etapas de desarrollo.
La desigualdad global en el acceso a los tratamientos es una de las principales preocupaciones para las expertas.
Mientras que en países desarrollados la mortalidad por VIH ha disminuido drásticamente, en países desfavorecidos sigue siendo una de las principales causas de muerte.
De Castro y Camarasa insisten en la necesidad de aumentar la financiación internacional, garantizar la transferencia de tecnología para la producción local de medicamentos, combatir políticas discriminatorias y trabajar para modificar el estigma social hacia las personas infectadas.
La historia del VIH/SIDA es un testimonio de la capacidad humana para enfrentar una crisis global con creatividad, determinación y solidaridad.
Lo que comenzó como una sentencia de muerte se ha transformado en una condición crónica manejable gracias a los avances científicos, al activismo y a la resiliencia de las comunidades afectadas.
El estigma sigue siendo un obstáculo importante.La discriminación y los prejuicios dificultan los esfuerzos de prevención, desincentivan las pruebas de detección y perpetúan la desinformación.
De Castro y Camarasa concluyen que para avanzar se debe combatir el estigma con educación inclusiva, garantizar que las leyes, políticas y programas de salud sean inclusivos y libres de discriminación.
Solo con un enfoque holístico, que abarque tanto lo científico como lo social, podremos superar los prejuicios que aún obstaculizan la lucha contra el VIH/SIDA.