Trece años después de su fallecimiento, el padre Sigfrido Maximiliano Moroder, conocido como el Padre Chifri, sigue siendo una figura inspiradora para las comunidades de la Quebrada del Toro.
Su dedicación a mejorar las condiciones de vida de los habitantes de esta región, marcada por el aislamiento y la falta de oportunidades, ha dejado una huella imborrable en sus corazones.
Desde su llegada en 1999, el Padre Chifri se convirtió en un agente de cambio, impulsando proyectos que transformaron la realidad social y educativa del lugar.
El Padre Chifri no solo construyó edificios, sino que edificó sueños y oportunidades, afirma una vecina, quien recuerda con cariño la figura del sacerdote.
Entre sus obras más emblemáticas destaca la creación del Colegio Secundario Albergue de Montaña en El Alfarcito, un proyecto pionero que permitió a los jóvenes continuar su formación sin abandonar sus hogares.
Este colegio fue fundamental para evitar el desarraigo y fortalecer nuestra identidad cultural, señala un joven egresado del colegio.
El impacto del Padre Chifri se extiende más allá de la educación.Su impulso a iniciativas como el Centro Artesanal y el Colectivo de los Sueños contribuyó a promover el desarrollo económico y social de la región, brindando nuevas perspectivas a sus habitantes.
A pesar de un accidente que lo dejó en silla de ruedas en 2004, el Padre Chifri nunca abandonó su misión.
Su libro Después del abismo.Reencontrar, recoger, recomponer es un testimonio de su fortaleza y determinación, demostrando que la fe y el amor pueden superar cualquier adversidad.
En conmemoración de los 13 años de su partida, las comunidades de El Alfarcito y El Rosal se han unido para realizar una serie de actividades que honran su legado y celebran hitos espirituales y culturales importantes.
Peregrinaciones, misas, almuerzos comunitarios y campeonatos amistosos son algunas de las iniciativas que llenan estos días de emociones y recuerdos del Padre Chifri.