Un equilibrio desgastado: ¿poder sin voz para las regiones europeas?

La Unión Europea (UE) se construye sobre una base de cooperación entre países y regiones, pero la realidad es que el poder de decisión se concentra en los Estados miembros, mientras que las regiones, a pesar de gestionar grandes cantidades de fondos, carecen de una voz significativa en la toma de decisiones.

Este desequilibrio se refleja en la composición del Comité de las Regiones, un órgano consultivo con sede en Bruselas que agrupa a representantes locales y regionales de toda la UE. A pesar de asesorar sobre nuevas leyes que afectan directamente a sus territorios, el comité no participa en la toma final de decisiones, limitándose a proponer iniciativas que luego pueden o no ser tomadas en consideración por la Comisión Europea, el Parlamento Europeo y el Consejo.

El Fondo de Cohesión es un pilar fundamental para las regiones más desfavorecidas de la UE, con un presupuesto de 42.600 millones de euros para el período 2021-2027.

Este fondo se destina a financiar proyectos que impulsan la cohesión económica, social y territorial de la Unión, priorizando áreas como la sostenibilidad ambiental, las infraestructuras transeuropeas y la asistencia técnica.

Su impacto en términos de representación política sigue siendo limitado.
Las regiones europeas se encuentran en primera línea del desafío climático, sufriendo consecuencias devastadoras por el aumento de temperaturas, sequías, inundaciones e incendios forestales.

Las regiones y ciudades canalizan el 50% de la inversión pública y son responsables del 30% del gasto público, señalan expertos.

Son actores clave para alcanzar la neutralidad climática sostenible.Por ello, reclaman una mayor participación en la elaboración de políticas que afectan directamente a sus territorios.

Elena Gil Puchau, española residente en Bruselas y candidata a las elecciones comunales de Ixelles, destaca: La diversidad, la multiculturalidad y la proximidad como aspectos positivos de la ciudad.

También reconoce que lo peor de Bruselas son las despedidas, lo cual refleja el sentimiento de desarraigo que puede experimentar algunos residentes en un entorno tan globalizado.

Ante este panorama, surge la pregunta fundamental: ¿cómo lograr un equilibrio entre la centralización del poder y la necesidad de una mayor representación regional en la UE?

La respuesta a esta interrogante determinará el futuro de las regiones europeas y su capacidad para afrontar los desafíos que les esperan.