El asesinato de Yahya Sinwar, máximo líder de Hamás, supone un golpe contundente para el movimiento y abre una nueva fase en el complejo conflicto entre Israel y Palestina.

Sinwar, considerado el cerebro detrás del ataque terrorista del 7 de octubre que dejó más de 1.200 muertos, era uno de los objetivos principales de Israel desde hace años.

Su eliminación se une a la muerte de Ismail Haniya, líder político de Hamás, en un bombardeo atribuido a Israel a finales de julio.

Ante esta situación, familiares de los 101 rehenes aún retenidos en Gaza exigen al gobierno israelí que la muerte de Sinwar sea el detonante para su liberación inmediata.

Hacemos un llamamiento al Gobierno israelí, a los dirigentes mundiales y a los países mediadores para que transformen el logro militar en uno diplomático mediante la búsqueda de un acuerdo inmediato, señala un comunicado del Foro de Familias de Rehenes.

El principal líder opositor, Yair Lapid, también insta al gobierno a aprovechar la situación: Israel debería esforzarse por alcanzar un acuerdo global y ofrecer recompensas monetarias y un pasaje seguro a cualquiera que traiga a los rehenes hasta nuestras fuerzas.

Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, afirma que la muerte de Sinwar marca el comienzo del día después de Hamás, pero reconoce que la misión no ha terminado.

Les permitiremos irse y vivir, les dijo a los milicianos de Hamás que tienen a los rehenes en su poder, añadiendo que dicha acción podría contribuir al fin del conflicto bélico en Gaza.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, también ve en la muerte de Sinwar una oportunidad para lograr un acuerdo que ponga fin a la guerra.

Yahya Sinwar era un obstáculo insuperable para lograr todos esos objetivos.Ese obstáculo ya no existe, pero aún queda mucho trabajo por delante, dijo Biden.

La eliminación de estos líderes clave deja un vacío de poder en Hamás y Hezbolá, lo cual podría generar nuevas tensiones e incertidumbres en la región.