La creación del Estado de Israel en 1948 marcó un hito en la historia moderna, dando forma al mapa político de Oriente Próximo y generando profundas reverberaciones que aún se sienten en la actualidad.

Este acontecimiento histórico, estrechamente ligado al final de la Segunda Guerra Mundial y al dominio británico en Palestina, fue el resultado de una compleja danza de factores políticos, religiosos y sociales.

La resolución de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de 1947, que proponía dividir la región de Palestina entre un Estado judío y otro árabe, fue un punto de inflexión.

La propuesta fue rechazada por los líderes árabes, quienes veían en ella una imposición extranjera que amenazaba sus derechos y aspiraciones.

La división de Palestina fue un intento fallido de encontrar una solución pacífica a un conflicto complejo, afirma el historiador Dr. David Cohen.

El rechazo árabe a la propuesta exacerbó las tensiones existentes y sentó las bases para futuros enfrentamientos.

El 14 de mayo de 1948, Israel declaró su independencia, desencadenando una guerra inmediata con Egipto, Jordania, Siria, Líbano e Irak.

La Guerra de la Independencia, como se conoce este conflicto, duró quince meses y dejó un saldo devastador: miles de muertos, tanto entre israelíes como palestinos.

La guerra fue brutal y traumática para ambos bandos, relata Sarah Ben-David, una sobreviviente del conflicto.

Perdimos hogares, familias y amigos.La herida abierta por la guerra aún late en nuestros corazones.

A pesar de las dificultades iniciales, Israel se erigió como un Estado moderno y próspero.A lo largo del tiempo, ha firmado acuerdos de paz con Egipto y Jordania, pero el conflicto con los palestinos continúa en territorios como la Franja de Gaza y Cisjordania.

La situación actual presenta un desafío sin precedentes para la búsqueda de una solución pacífica a este conflicto de larga data.

Jerusalén, ciudad sagrada para judíos, cristianos y musulmanes, se encuentra bajo control israelí desde 1967, agravando las tensiones entre los dos pueblos.

Israel, con su rica cultura y desarrollo tecnológico, representa un ejemplo único de resiliencia y éxito en medio de la adversidad.

El fantasma del pasado continúa acechando, recordándonos que la paz y la justicia son objetivos a los que aún se debe aspirar.