Se estima que cerca de 619 millones de individuos sufren esta condición, caracterizada por un ciclo doloroso que a menudo reaparece incluso después de la recuperación inicial.
Estudios han revelado que casi el 70% de las personas que experimentan lumbalgia vuelven a sufrir otro episodio en el plazo de un año.
Ante este panorama, investigadores han explorado nuevas estrategias para combatir la recurrencia del dolor lumbar, y los resultados son prometedores: caminar podría ofrecer una solución fácil, accesible y eficaz para millones de pacientes.
Un reciente estudio publicado en The Lancet ha arrojado luz sobre el potencial del caminar como método preventivo para la lumbalgia.
Los investigadores analizaron la eficacia de un programa individualizado de caminatas en pacientes que se habían recuperado recientemente de un episodio de dolor lumbar.
Los resultados demostraron que los pacientes que adoptaron un régimen regular de caminatas tenían menores probabilidades de experimentar una recaída en el plazo de un año o más.
Incluso en aquellos casos en los que la lumbalgia reaparecía, caminar con regularidad parecía prolongar el tiempo entre episodios.
La inmensa mayoría de las investigaciones sobre el dolor lumbar se han centrado en el tratamiento de los episodios agudos, pero no en la prevención, afirma Mark Hancock, investigador de la Universidad Macquarie de Sydney y uno de los autores del estudio.
Consideramos fundamental comenzar a enfocarnos en la prevención de futuros episodios y dotar a los pacientes de herramientas para gestionar su propio dolor lumbar, sabiendo que para la mayoría de las personas se trata de una dolencia crónica y fluctuante.
Si bien el movimiento físico ha sido reconocido durante mucho tiempo como un aliado en el alivio del dolor lumbar, las pruebas científicas sobre la eficacia del ejercicio aeróbico, como caminar, son particularmente sólidas.
Diversas directrices clínicas recomiendan la actividad física ligera como estrategia para gestionar los episodios de dolor de espalda baja.
A pesar de su amplio uso, la eficacia del caminar como herramienta preventiva del dolor lumbar no ha sido estudiada con profundidad.
Existen varias razones que respaldan su potencial:
Mejoramiento del flujo sanguíneo: El movimiento estimula el flujo sanguíneo hacia la columna vertebral, favoreciendo la curación al aumentar la cantidad de oxígeno y nutrientes que llegan a la zona afectada.
Carga controlada: Al caminar, la columna vertebral se somete a una carga suave y repetitiva, lo cual ayuda a fortalecer los músculos y articulaciones de la zona lumbar.
Caminar proporciona una carga muy agradable, repetitiva y bastante baja a la columna vertebral, explica Hancock.
Todos los tejidos del cuerpo responden a la carga; se vuelven más fuertes y sanos.
Romper el ciclo de miedo al movimiento: El dolor lumbar puede llevar a las personas a adoptar posturas proteccionistas y evitar movimientos que les resulten dolorosos.
Esta inmovilidad puede empeorar la situación, generando rigidez y prolongando el episodio doloroso.
Caminar ayuda a romper este ciclo de miedo al movimiento, fomentando una mayor movilidad y flexibilidad.
Cuando las personas sufren un episodio de lumbalgia, empiezan a favorecer ciertas posturas, comenta Kris Gordon, fisioterapeuta de la Universidad de Washington.
Nos volvemos temerosos de movernos de ciertas maneras.No moverse puede empeorar las cosas.
El estudio de Hancock y sus colegas involucró a 701 personas que se habían recuperado recientemente de un episodio de lumbalgia sin causa aparente.
Los participantes, con una edad media de 54 años, habían experimentado una media de 33 episodios de lumbalgia en el pasado, lo que refleja la naturaleza crónica y recurrente de esta condición.
Los investigadores dividieron a los participantes en dos grupos: uno recibió seis sesiones con un fisioterapeuta para desarrollar un programa individualizado de caminatas, mientras que el otro grupo no recibió tratamiento.
El objetivo era que cada participante del grupo de tratamiento llegara a caminar 30 minutos al día, cinco días a la semana, en un período de seis meses.
Los resultados fueron significativos: el grupo que recibió asesoramiento para caminar tuvo un 28% menos de probabilidades de sufrir una recaída de lumbalgia en comparación con el grupo de control.
Aquellos que caminaron experimentaron un periodo promedio de 208 días entre recidivas, frente a 112 días en el grupo que no caminó.
Estos hallazgos respaldan la idea de que el movimiento juega un papel fundamental en la recuperación y prevención del dolor lumbar.
Nuestro cuerpo se cura de maravilla, pero necesita un buen entorno para ello, y el entorno de curación es el movimiento, afirma Hancock.
Si te mueves, las cosas van mejor.
El estudio también destaca la importancia de adaptar los programas de ejercicio a las necesidades individuales de cada paciente.
Las sesiones con fisioterapeutas permitieron ajustar el programa de caminata en función de las limitaciones físicas y circunstancias vitales de cada persona, lo que contribuyó al éxito del tratamiento.
La integración del caminar como parte de un estilo de vida saludable puede ser una herramienta poderosa para prevenir la recurrencia del dolor lumbar y mejorar la calidad de vida de millones de personas.