Lorenza Mamaní, conocida cariñosamente como Lorenza Sola o la última diaguita, falleció a los 92 años en un sanatorio de Catamarca.
Su historia, marcada por una profunda conexión con la naturaleza y su aislamiento voluntario en el cerro San Buenaventura, resonó conmovedora mente en todo el país tras ser rescatada en 2021 debido a complicaciones de salud.
Originaria de la Cordillera de Buenaventura, Lorenza habitaba un lugar inaccesible, a ocho horas de viaje en mula desde Río Grande, un remoto rincón al norte de Fiambalá.
Su existencia solitaria, dedicada a la agricultura y la recolección de hierbas medicinales, se convirtió en una fuente de admiración y curiosidad.
En febrero de este año, Lorenza sufrió su primer accidente cerebrovascular (ACV), lo que requirió su traslado urgente a la capital provincial para recibir atención médica.
Si bien logró superar el episodio inicial, las secuelas del ACV afectaron su salud de manera significativa.
En junio, un nuevo ACV isquémico la llevó a ser internada en un sanatorio, donde lamentablemente falleció tras varios meses de lucha.
La noticia de su muerte conmovió a la sociedad argentina, que se identificó con el relato de una mujer fuerte y resiliente que vivió en armonía con la naturaleza.
Sus últimos días fueron acompañados por los mensajes de condolencias de personas que admiraban su espíritu indomable y su conexión ancestral con la tierra.
Su historia nos recuerda la importancia de valorar la vida simple y la conexión con la naturaleza, expresó un especialista en cultura diaguita, quien resaltó el legado cultural de Lorenza Mamaní como guardiana de tradiciones ancestrales.