La práctica de congelar alimentos para prolongar su vida útil se ha convertido en una costumbre común en muchos hogares.

No todos los productos se comportan igual al ser sometidos a bajas temperaturas.Algunos, por el contrario, pueden sufrir cambios notables en su textura, sabor o incluso poseer riesgos para la salud si son congelados.

La congelación puede alterar significativamente las propiedades de ciertos alimentos, explica Ana García, nutricionista especializada en seguridad alimentaria.

Es crucial conocer cuáles son estos productos y optar por métodos de conservación más adecuados para mantener su calidad y valor nutricional.

Las verduras, al contener un alto porcentaje de agua, pierden textura y se vuelven granulosas al congelarse.

La misma lógica aplica a las hortalizas con un contenido acuoso elevado.Es recomendable cocinarlas brevemente en agua hirviendo con sal antes de congelarlas para evitar esta transformación, aconseja García.

Las frutas, especialmente aquellas con alto contenido de agua como los melones o las fresas, también pueden verse afectadas negativamente por la congelación.

Su valor nutricional puede disminuir y su textura se vuelve pastosa al descongelarse.En estos casos, es mejor consumirlas frescas o procesarlas en mermeladas o zumos, sugiere la experta.

Los huevos crudos no deben congelarse bajo ningún concepto.El líquido interno se expande a bajas temperaturas, provocando que el huevo explote y comprometa su seguridad para el consumo.

La mayonesa, con su mezcla de grasas y agua, también es susceptible a la descomposición al ser congelada, resultando en un producto desagradable.

Por otro lado, existen alimentos que se benefician del proceso de congelación para preservar su frescura y extender su vida útil.

Entre ellos destacan las carnes y aves, tanto crudas como cocidas; los pescados y mariscos; productos de panadería como bollos o panes; salsas y sopas.

La clave es elegir el método de descongelación adecuado, indica Ana García.Descongelar en el refrigerador a baja temperatura es la opción más segura para evitar el crecimiento bacteriano, aunque requiere más tiempo.

En agua fría o en el microondas son métodos más rápidos pero deben acompañarse de una cocción inmediata después del proceso.

Conociendo estos consejos y adaptando los métodos de conservación a cada tipo de alimento, podemos disfrutar de alimentos frescos y seguros, evitando riesgos innecesarios para nuestra salud.