El cáncer de mama, una enfermedad que afecta a células del tejido mamario y se caracteriza por un crecimiento descontrolado, representa un desafío global con profundas desigualdades en su incidencia y mortalidad.
Si bien es cierto que puede afectar tanto a hombres como mujeres de cualquier edad, el 99% de los casos se diagnostican en mujeres mayores de 40 años, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En 2022, la OMS estima que se registraron 2.3 millones de nuevos diagnósticos y 670 mil defunciones a nivel mundial.
La situación en América Latina y el Caribe es igualmente preocupante, con más de 210 mil nuevos casos y casi 68 mil muertes en 2020, según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Una característica notable es que aproximadamente la mitad de los casos se diagnostican en mujeres sin factores de riesgo identificables, excepto por el sexo femenino y la edad.
El exceso de peso, el consumo nocivo de alcohol, antecedentes familiares del cáncer, exposición a radiación, historial reproductivo (edad de menarquía, edad de primer embarazo) y el tabaquismo incrementan el riesgo de padecer esta enfermedad.
La carga de morbilidad por cáncer de mama no es uniforme a nivel global. El Índice de Desarrollo Humano (IDH), que mide el bienestar poblacional en tres ámbitos esenciales: salud, educación y nivel de vida, revela una profunda disparidad.
En países con alto IDH, se diagnostica cáncer de mama a 1 de cada 12 mujeres y 1 de cada 71 fallece por la enfermedad.
Por otro lado, en naciones con menor desempeño en el IDH, el cáncer de mama se detecta en 1 de cada 27 mujeres y 1 de cada 48 puede morir por esta causa.
Esta disparidad refleja las desigualdades existentes en acceso a la atención médica, prevención y tratamiento, señala Dra.
María Hernández, especialista oncóloga. Es fundamental invertir en sistemas de salud robustos que garanticen el acceso equitativo a la detección temprana y la atención integral para todas las mujeres.
El cáncer de mama fue el tipo de cáncer más común entre las mujeres en 157 de los 185 países considerados en 2022, evidenciando la urgente necesidad de acciones globales para combatir esta enfermedad y garantizar un futuro más saludable para todas.