Un legado de colores: cómo ridgway revolucionó la ciencia con sus guías.
El impacto visual del color en nuestra percepción del mundo es innegable.

La precisión y consistencia en su representación han sido un desafío para los científicos y artistas a lo largo de la historia.

A finales del siglo XIX, el naturalista estadounidense Robert Ridgway emprendió una misión que cambiaría para siempre la forma en que comprendemos y utilizamos el color: crear un sistema universalmente aplicable para la descripción y reproducción precisa de las tonalidades del espectro visible.

Ridgway dedicó gran parte de su vida a describir la diversidad de aves norteamericanas, llegando a nombrar y describir más de 1000 especies, según el experto Ellis.

Su pasión por el detalle se extendió al ámbito cromático, impulsado por la necesidad de una herramienta precisa para documentar con exactitud las plumas de sus sujetos.

Los diccionarios en color existentes en su época eran incompletos y carecían de la rigurosidad necesaria para los fines científicos.

La llegada de los tintes químicos a finales del siglo XIX marcó un punto de inflexión.Derivados del alquitrán de hulla, estos tintes ofrecían una estabilidad y variabilidad desconocida hasta entonces, abriendo un mundo de posibilidades para Ridgway y otros estudiosos.

En 1886, publicó su obra maestra A Nomenclature of Colors for Naturalists, donde él y su esposa Julia pintaron páginas enteras con un color individual y las cortaron en pequeñas muestras para pegarlas en cada ejemplar del libro.

Su meticuloso trabajo garantizaba que el verde oliva de cada volumen fuera idéntico, permitiendo una comparación precisa entre los ejemplares.

En sus libros hechos a mano, cada ejemplar se ajustaba exactamente a la norma, afirma Ellis.A pesar de este logro, Ridgway buscaba aún más precisión y consistencia.

En 1912, publicó Color Standards and Color Nomenclature, un volumen mayor que organizaba cada página en una gama de tonos, desde el blanco puro hasta el negro, con una amplia variedad de matices y tonalidades intermedias.

Este trabajo revolucionario tuvo un éxito inmediato, agotando varias tiradas y convirtiéndose en una herramienta indispensable para naturalistas, diseñadores, coleccionistas de sellos y coloristas de alimentos.

Sarah Luttrell, ayudante de investigación del Laboratorio de Identificación de Plumas del Museo Nacional de Historia Natural del Smithsonian, afirma: Las guías de colores de los Ridgway siguen siendo fundamentales para comprender la diversidad de la vida.

Y agrega: Los humanos somos criaturas muy visuales.El color es lo primero que nos llama la atención.

El legado de Robert y Julia Ridgway trasciende el ámbito científico.Su meticulosidad y dedicación a la precisión han dejado un impacto duradero en nuestra comprensión del color, una herramienta fundamental para la expresión creativa y la comunicación visual.