Cada fin de semana, miles de peregrinos, atraídos por una historia cargada de fe y milagros, se encaminan hacia este santuario ubicado en las faldas de la montaña.

La leyenda se remonta a 1990, cuando María Livia, una humilde ama de casa, relata haber recibido una aparición de la Virgen María.

Escuché una voz celestial que me habló desde lo más profundo de mi ser, afirma María Livia, quien asegura que esta experiencia sobrenatural transformó su vida.

A partir de ese momento, comenzó a recibir un flujo constante de fieles buscando consejo y consuelo.

El santuario, erigido con piedras y lajas del mismo cerro gracias al esfuerzo voluntario de los mismos peregrinos, se formalizó el 8 de diciembre de 2001.

Es una obra que surgió del corazón de la gente, explica un párroco local, resaltando el fervor religioso que impregna cada piedra del santuario.

La ermita, dedicada a la Inmaculada Madre del Divino Corazón de Jesús, se ha convertido en un punto de encuentro para miles de personas que buscan conexión espiritual.

El sábado, día de mayor afluencia, los peregrinos recorren largas distancias para llegar al santuario y participar en las misas que se celebran desde el mediodía.

Un elemento distintivo de la peregrinación es el ritual de dejar rosarios como ofrendas en los árboles alrededor de la capilla.

Cada rosario representa una historia personal, un testimonio de fe, esperanza o agradecimiento. Los relatos de los peregrinos se depositan en buzones ubicados estratégicamente en el santuario.

La experiencia aquí es única, afirma una fiel que viaja desde otra provincia.Se siente una conexión especial con la Virgen María y una energía palpable que te llena el alma.

El santuario, equipado para recibir a miles de visitantes, cuenta con estacionamiento, senderos de acceso, atención médica y seguridad.

La Virgen del Cerro se ha convertido en un símbolo de esperanza y fe no solo para los salteños, sino también para quienes llegan desde otros rincones del país.