Desde septiembre, un objeto celeste del tamaño aproximado de un autobús escolar ha orbitado nuestra Tierra, despertando gran interés y especulación entre los expertos en astronomía.

Este pequeño asteroide, bautizado como 2024 PT5, fue detectado por el sistema ATLAS de la Universidad de Hawái el pasado 7 de agosto.

La NASA lo ha estado monitoreando desde entonces, determinando que probablemente no se trata de un artefacto artificial, sino de una roca expulsada de la Luna tras un impacto meteorítico hace siglos.

La similitud de su órbita con la nuestra, junto con su composición, nos llevan a creer que 2024 PT5 podría ser un fragmento lunar, afirma un experto del Jet Propulsion Laboratory, quien prefiere no dar su nombre.

Es una oportunidad única para estudiar la Luna desde una perspectiva diferente.
El asteroide nunca fue capturado por la gravedad terrestre, manteniendo una distancia de unos 3,2 millones de kilómetros de nuestro planeta durante su estancia.

A partir del próximo enero, comenzará un viaje hacia el Sol que lo alejará cada vez más de nosotros hasta su esperado regreso en 2055.

Utilizaremos la antena radar del sistema Goldstone para realizar estudios más detallados de 2024 PT5 antes de que desaparezca de nuestra vista, explica otro astrónomo involucrado en el proyecto.

Esta tecnología nos permitirá seguir su órbita a largo plazo y prepararnos para su regreso.
La partida de este pequeño cuerpo celeste deja un vacío en la comunidad científica, pero también abre nuevas preguntas sobre la historia del sistema solar.

2024 PT5 es un recordatorio constante de que el universo, aunque vasto e incierto, siempre nos ofrece oportunidades para descubrir nuevos secretos.

Su regreso en 2055 será un evento científico de gran importancia, permitiéndonos ampliar nuestro conocimiento sobre la Luna y nuestro lugar en el cosmos.