La tensión que venía gestándose desde hace meses entre el presidente Javier Milei y su vicepresidenta, Victoria Villarruel, ha culminado en una ruptura definitiva.
Lo que comenzó como fricciones políticas se convirtió en una batalla verbal abierta que expuso las profundas diferencias ideológicas y personales entre ambos.
La gota que colmó el vaso fue la contundente crítica de Milei a Villarruel durante una entrevista televisiva, donde la calificó de más cercana a la casta y cuestionó su participación efectiva en el gobierno.
El escenario se configuró tras una serie de confrontaciones que marcaron un deterioro progresivo en la relación.
La primera fue el rechazo del mega DNU 702023 por parte de Villarruel en el Senado, un acto que desafió los planes del presidente y generó molestia en la Casa Rosada.
A esto se sumó el conflicto generado por la polémica defensa de Enzo Fernández por parte de Villarruel, quien cuestionó al Estado francés por su pasado colonialista, generando una crisis diplomática que obligó a la intervención de Karina Milei para pedir disculpas.
La postura crítica de Villarruel frente a la postulación de Ariel Lijo para integrar la Corte Suprema también marcó distancias entre ambos.
La vicepresidenta calificó la elección como controversial, expresando su desacuerdo con el candidato elegido por el presidente.
Otro punto de fricción fue el homenaje a María Estela Martínez de Perón llevado a cabo por Villarruel, un gesto que generó rechazo en Milei quien lo calificó como un error.
La comparación explícita con la relación entre Cristina Kirchner y Julio Cobos, así como la similitud con la dinámica entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner, evidencian que la ruptura entre Milei y Villarruel marca un nuevo capítulo en la historia política argentina.
El futuro de este gobierno se encuentra incierto a raíz de esta profunda división, dejando al país en una situación de incertidumbre.